Todo fluye de manera natural, la elección se aproxima cada vez más y hay instalado un cierto presagio en torno a la elección de alcalde en Maipú, donde todo parece indicar que el próximo jefe comunal tiene nombre y apellido Christian Vittori.
Todos contentos, es curioso escuchar incluso a gente extra concertación en el amplio abanico de las opciones políticas, decir que no le incomoda para nada el nombre de Vittori entrando en la vetusta casa amarilla que cobija a los alcaldes maipucinos.
Esta transversalidad puede tener sustento en el aprecio de la trayectoria política del candidato de la concertación y aliados electorales, y especialmente su disposición para enfrentar dos desafíos de elecciones primarias, primero ganando una dura contienda en su partido y luego de manera más fácil a nivel de concertación local.
Lo que viene después es todo alabanza y alegría por parte de un selecto grupo de cercanos, caudillos y cabecillas guías (sherpas incluidos), que con justo merecimiento celebran porque naturalmente ven asegurada su continuidad cerca del poder local, lo que les permite en este mismo estado de euforia, adelantar anuncios de ajustes de cuentas que la embriagada vanidad les pone al alcance.
No hay duda del triunfo, menos cuando la alianza derechista pone el nombre de Joaquín Lavín León, hijo del ex presidenciable y actual Ministro el conocido Joaquín Lavín.
Este regocijo es como una postal que recuerda la alegría del ex alcalde Sepúlveda que sintió un gran alivio cuando el año 2004 la Democracia Cristiana nominó a un emergente político Alberto Undurraga como candidato a la alcaldía de Maipú, en reemplazo del entonces consolidado Herman Silva. Creyó que el triunfo estaba asegurado.
Tanta historia para explicar cierta histeria que han provocado algunos sondeos donde el candidato Lavín pareciera ver algo más cerca la espalda de su principal adversario Vittori.
Seguro que habrá relativistas para los cuales no suenen algunas sirenas de alarmas sea por su bajo volumen o sordera del receptor, pero habrá y hay por cierto muchos colaboradores en el entorno Vittoriano, que al igual que el propio candidato tienen la experiencia y capacidad suficiente para advertir la necesidad de redefinir algunos conceptos, tareas y trabajos, que le hagan retomar el foco principal de su carrera hacia la alcaldía, mejorando o revisando entre otras cosas la tendencia surrealista de símbolos que reemplazan su propia imagen, suponiendo que ya se produjo una simbiosis en el imaginario colectivo que identifica figura y forma de manera diáfana.
El trabajo en equipo, que al parecer no es la mejor de las virtudes del candidato falangista, tendrá que comenzar a ser un buen ensayo en los próximos días y semanas de campaña, para asegurar una propuesta consistente que proponga de verdad algo interesante para el desarrollo de la ciudad, mucho más que las mofas a Lavín , su Sra, sus tortas, su inexperiencia, todo cuanto representa una estrategia que puede quedar bien en la copucha íntima, pero que es odiosa y poco productiva en el plano de la confrontación social, donde el debate debiera situarse en una mirada de futuro para una comuna que podría estar en la encrucijada de consolidar un desarrollo continuo abriendo nuevas expectativas de mejora en salud, educación , medio ambiente, patrimonio etc , o bien estancarse en la forma de una urbe populosa sin proyecciones .
Vittori , tiene la ventaja comparativa de contar con una sólida experiencia en la administración municipal, es maipucino y conoce los recovecos de los caminos políticos sociales del plano local:
Lavín, tiene la ventaja de sostener su propuesta en su figura algo ajena de la política, con un mensaje sin complicaciones, apoyado por la figura de su padre y entorno que siempre se las ingenia para estar en la pole position de la parrilla en la carrera política, aprovechando precisamente un lenguaje sencillo, liviano, que tiene fuerte apoyo comunicacional de grupos de alto vuelo.
Vittori y Lavín, no están solos en esta cruzada, también se encuentran disputando el voto de los ciudadanos que voluntariamente concurrirán a las urnas en octubre, la candidata del Movimiento Amplio Social Claudia Mix, que tiene arraigo en la comuna y cuyo discurso político es heredero de las antiguas tradiciones ideológicas, en un formato más actualizado que no deja de ser atractivo, especialmente para un segmento de la población, más acostumbrado a poner en aprietos a quienes detentan el poder en cualquiera de sus formas, siendo además un buen gancho para los que se sienten desplazados, deprimidos o violentados por la crueldad del sistema, sin apellidos ni razones, y también está concentrado mirando hacia la manzana municipal, Pedro Albornoz; un comunicador local, pequeño empresario editor de un bien estructurado diario llamado “el Maipucino”, y que pacientemente realiza su trabajo de campaña, recolectando votos que si bien todo indica no le alcanzará para lograr el objetivo final, al igual que los votos de Claudia Mix, podrían potenciar o despotenciar a uno u otro de los candidatos principales, o aparentemente con las mejores opciones.
Hay quiénes apuestan seguro a Vittori y están convencidos que tienen la apuesta ganada, estaría dentro del mínimo de lógica con el que se puede esperar un triunfo para el sucesor de un alcalde de su propio partido que formando parte del conglomerado concertacionista ganó holgadamente en la última elección en Maipú.
Estos apostadores al ver el rumor de las encuestas han vuelto a gritar “Corre Vittori corre”
La Batalla, de Maipú hacia el Mundo.
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