Una fiesta familiar y ceremonia cívica se vivió el fin de semana en una de las poblaciones emblemáticas de Maipú: la Patrona de Chile.
Pasó lo que pasa cuando uno se reúne con ex compañeros, con primos, etc., con los que no te ves a menudo ni mucho menos, pero ya saben quién eres y huelgan las presentaciones.
Eso por una parte.
Por otra, fue una ceremonia cívica muy entrañable.
Así definiría al 59 aniversario de la población Patrona de Chile.
La Patrona
Esta villa, para quien no lo sepa, está enclavada pocas cuadras al sur de la Plaza de Maipú; entre Cuatro Álamos, Santa María, Vicente Reyes y Alberto Llona.
Son unas calles apacibles, de adultos mayores, sol, tardes lacónicas.
Hasta las cinco, que es cuando la gente sale a comprar el pan. Ahí se hace vida social:
“¡Hola don Pepe!”, se escucha, mientras una vecina riega el antejardín.
Don José Díaz y doña Marta Arancibia Vargas fueron el matrimonio más antiguo en la celebración. Él, de más de noventa años, bromeando, a sus anchas.
El proyecto de construcción de la población fue iniciado en 1948 por un grupo de trabajadores de la Empresa Nacional de Neumáticos S.A., INSA, que les descontaba por planilla el valor de los terrenos. Posteriormente constituyeron la Cooperativa Patrona de Chile, y se las ingeniaron para terminarlo, con la ayuda de la Corporación de la Vivienda, Corvi.
Don Pepe era uno de ellos. La Patrona de Chile, por cierto, es la Virgen del Carmen, cuya efigie, al final de La Concepción, sigue siendo adorada por alguna vecina.
Para el recuerdo
El patio techado de la sede de la Junta de Vecinos Santa María estaba lleno de hijos, hijas.
“Mingo”, tal cosa, “Mingo”, tal otra, le hablaban a don Domingo Rojas Mella, el presidente. Hijo de Violeta Mella, una de las fundadoras del centro de madres Patrona de Chile, más o menos coetáneo a la población, al igual que el Club Deportivo Patrona de Chile.
“Bien significativa para las personas que están, y las que no están”, opinó de la actividad Lidia Marín, tía del jardín infantil del barrio. Su padre, Artemio Marín, ya no está. Su madre, Felina Santibáñez, recibió un reconocimiento como vecina del segundo sector.
Adela Hoppe, hija del matrimonio Hoppe Garay, de la “Abuelita Hoppe”, lo encontró todo “muy hermoso”. “Y esta celebración —dijo—, tiene una doble significación, que es celebrar a las personas ya adultas, y por todo este avance que ha tenido la población”.
“Es muy importante que las juntas de vecinos, las organizaciones, se acuerden en vida de los adultos mayores”, declaró Ana María Blaña, funcionaria municipal, pero que fue como vecina, puesto que su suegra, Ema Núñez Tobar, es una de las pioneras de la villa Los Cerezos, que queda al ladito, pegada a la Patrona.
Una jornada para el recuerdo.
De las autoridades solo llegó el concejal Pedro Delgadillo.
Exdirector del Diario La Batalla de Maipú.
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