Recordemos que fue entre los años 1879 y 1883, que Chile combatió una guerra contra la alianza de Perú y Bolivia, a causa del salitre de la región en Antofagasta y Tarapacá. En este conflicto, Chile resulto vencedor y Perú perdió la provincia de Tarapacá, quedando Perú en una condición marítima que a modo de ver de ellos, mirado desde los límites marítimos, es desfavorable. Cada historiador de cada nación, que en esa oportunidad fueron enemigas, cuenta la historia a su manera y agrega u omite hechos y situaciones que la dan una imagen de mejor calidad frente a sus propios pueblos, eso es siempre así y lo vemos al estudiar la historia universal.
Todos cuentan su verdad, como mejor les acomode, pero hay algunas verdades que serán siempre innegables.
Primero: Las guerras, siempre las van a pelear los hijos de los trabajadores, son ellos los que deben por su condición social, de tropa, el colocar su pecho al frente, son ellos la carne de cañón, los escudos humanos a las balas del eventual enemigo.
Segundo: Después de una guerra, los ricos son mucho más ricos, y los pobres… Muchísimo más pobres.
Tercero: Son las poblaciones civiles las que sufren las guerras, hambre, pobreza, despojo, violaciones, atropellos a sus vidas, sus integridades físicas y su dignidad. Ellos son los que en realidad sufren el horror y el rigor de la guerra.
Cuarto: Los que se benefician de la guerra, principalmente, los grandes traficantes de armas y equipos militares, los que venden pertrechos y municiones, los que comercian con la muerte y llenan sus cuentas bancarias con la sangre de miles o millones.
Quinto: Si bien es cierto que las guerras las pelean los pobres, la tropa, la clase obrera, también es cierto que las guerras son planificadas por los gobiernos y los economistas, los amos del poder y la riqueza, los consorcios industriales, los intereses económicos, las transnacionales, basta recordar cómo se gestó la Guerra del Chaco entre 1932 y 1935, entre Paraguay y Bolivia, donde la mano de las empresas yanquis fue mas que evidente… Ellas armaron a estas naciones, y las hicieron enfrentarse en una guerra altamente sangrienta, para agarrar con mano ajena las tierras del chaco boreal, que pensaban serían ricas en petróleo. Hoy día existen muchos imperialistas interesados en que se generen guerras entre nuestras naciones, para obtener su suculenta tajada a costa de los pueblos que se desangran.
Sexto: Después de la guerra los estados quedan mas endeudados y deben pagar los altísimos intereses adquiridos en bancos extranjeros, de los mismos consorcios que manejan el negocio de las armas… ¿Y de dónde recortan esa plata?: del gasto social, mientras que los territorios que se ganaron a costa de tanta sangre de todos, serán licitados para empresas privadas, seguramente de los mismos grupos económicos al que pertenecen los bancos que ofrecen los préstamos para la guerra y los comerciantes de armas y equipos de muerte… Excelente negociado… Negocio redondo a costa de los pueblos… A costa de la clase trabajadora de los beligerantes.
Séptimo: Los honores, méritos, reconocimientos, bonos, pensiones de honor, beneficios, etc., se lo llevan los generales, los que llevan los altos grados y que seguramente dirigieron desde su cómodo cuartel y exigieron “máximos sacrificios” a los soldados. Porque para ellos la tropa es solo números, meras cifras, un dato estadístico, no los hijos de tal o cual, solo la tropa.
Existe un hecho que debe llenar de vergüenza a toda nuestra historia y que nos permite apreciar cómo ven a la tropa sus generales, dentro de la brutal lógica de la guerra: terminada la Batalla de Tacna, conocida como Batalla del Alto de la Alianza, en el marco de la campaña de Tacna y Arica, ocurrida en el campo de la alianza, entre las fuerzas chilenas versus las peruanas y bolivianas, se autorizó a las fuerzas peruanas y bolivianas que habían sido derrotadas, que al igual que las fuerzas del Ejército de Chile, procedieran a enterrar a sus muertos.
Sin embargo, aquí está el hecho que marca el sentido de clase con que los generales y altos mandos de las tres fuerzas de los países beligerantes en ese entonces, presentes, miran a la tropa, al pueblo que marcha bajo sus órdenes; en una fosa muy bien arreglados se sepulta a los oficiales chilenos; en otra fosa en igualdad de condiciones a los oficiales bolivianos y peruanos; y lo que causa indignación, en una gran fosa común a todos los soldados de tropa; chilenos, bolivianos y peruanos. Ellos ya habían sido usados por los altos mandos para cumplir un propósito.
Esto no es un hecho único, a lo largo de la Historia Universal tenemos miles de ejemplos.
En nuestra gran América Latina, debemos actuar con equidad, sano juicio, entendimiento, razón, solidaridad y complementación de recursos de todo tipo.
Quisiera citar el proyecto que se intentó llevar a cabo en la Entrevista de Charaña, ocurrida entre las dictadoras de Pinochet y Banzer el 8 de febrero de 1975, el cual significaba un canje de territorio que dejaba a Bolivia entre Chile y Perú, con un excelente corredor, modificando los límites territoriales entre Bolivia y chile, establecidos en 1904.
Lamentablemente en esa oportunidad, fue Perú el que se opuso rotundamente, bajo el gobierno del General Juan Velasco Alvarado. Y si consideramos las condiciones del “Tratado de Ancón”, firmado entre Chile y Perú el 20 de octubre de 1883, con el cual se daba por terminada la guerra del pacífico, se obligaban a consultarse bilateralmente para cesión del territorio limítrofe a Bolivia y debiendo estar ambos de acuerdo, hoy día en este nuevo escenario geopolítico, sugiero:
Primero: Entregar a Perú el territorio marítimo que se encuentra frente a sus costas limítrofes con Chile en forma absoluta y para siempre.
Segundo: A cambio de esta entrega, Perú accede en forma absoluta a que Chile canjee territorio limítrofe con Bolivia y de esta forma se logre una salida territorial soberana para esa nación altiplánica.
Tercero: Chile recibe en kilómetros cuadrados, la misma cantidad que entrega a perpetuidad a Bolivia y en igualdad de condiciones, asegurando tener acceso a libre uso de los recursos hídricos de la nueva región, con los cuales podría mediante futuros proyectos de ingeniería, irrigar gran parte de nuestro norte, superando en gran medida los problemas de sequía de la región.
No quiero ver a mis hijos ni a mis alumnos, ni a los jóvenes de la patria morir por un territorio marítimo, que luego quedará en manos concesionadas, para que siete familias económicas se nutran de los mejores peces y abulten aún más sus groseros bolsillos a costa del dolor de mi patria y de la patria hermana de Perú.
América Latina debe pelear muchas guerras, pero guerras a la pobreza, al hambre, a la droga, a las enfermedades, etc. Estas son las guerras a pelear, no entre nosotros, países hermanos y vecinos.
No permitamos que el águila rapaz y sanguinaria nos hable al oído contra nuestros hermanos, contra nuestros pueblos. Luchemos unidos cada día para hacer más realidad el maravilloso y siempre vigente sueño de Simón Bolívar.
* Profesor de Mecánica Automotriz en Enseñanza Media Técnico-Profesional. Vive en Ciudad Satélite.
Profesor de Mecánica Automotriz en Enseñanza Media Técnico-Profesional. Vive en Ciudad Satélite, comuna de Maipú.
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CONSIDERANDO EL NEFASTO RESULTADO OBTENIDO PARA CHILE EN EL TRIBUNAL INTERNACIONAL DE LA HAYA, CREO QUE ES MAS VIGENTE ESTE TEMA TRATADO HACE ALGÚN TIEMPO ATRAS EN EL DIARIO ON LINE " LA BATALLA " CON RESPECTO A NUESTRA SITUACIÓN FRENTE A BOLIVIA Y A PERÚ .
HOY DÍA DEBEMOS PENSAR CON UNA PROYECCIÓN INTEGRADORA Y LATINOAMERICANISTA Y NI SEGUIR LAS ACCIONES DE LOS IMPERIALISTAS QUE SUEÑAN CON GENERAR SITUACIONES DE GUERRAS PARA PODER VENDER SUS PRODUCCIONES DE ARMAS Y PERTRECHOS MILITARES.