Extracto del último discurso de Salvador Allende:
Compatriotas, esta será seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieran. Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los Trabajadores yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del Pueblo. Y les digo que tengo la certeza, que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser cegada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi Patria, quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, y empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la Ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último mensaje lo dirijo a ustedes, quiero que aprovechen la lección.
Me dirijo sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista le da a unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos; Radio Magallanes será acallada, y el metal tranquilo de mi voz no llegara a ustedes. No importa. Lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes, por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno, que fue leal a la lealtad de sus Trabajadores. El Pueblo debe defenderse pero no sacrificarse, el Pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
¡Trabajadores de mi Patria! Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile¡ ¡Viva El Pueblo! ¡Vivan los Trabajadores!
Estas son mis últimas palabras, y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigara la felonía, la cobardía y la traición.
No habiendo en este día mejor homenaje para nuestro Presidente Salvador Allende G. es que digo:
Un hombre íntegro, que enfrentando la muerte, sus pensamientos desembocan en palabras dirigidas a los trabajadores de su país. En momentos tan intensos y de decisión, Salvador Allende sólo tiene expresiones de amor para quienes fueron su preocupación y ocupación: ¡los trabajadores de su patria! Terminemos la tarea inconclusa que el presidente del pueblo nos dejara. La historia es nuestra, y la hacen los pueblos.
* Dueña de casa. Vive en Ciudad Satélite.
Dueña de casa. Vive en Ciudad Satélite.
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