La memoria de Ronald Wood, así como la de los estudiantes asesinados en Valparaíso el 2015, sigue viva. El sábado 19 de mayo se realizó un acto en homenaje al joven de Maipú, asesinado por militares mientras luchaba por la democracia, en 1986.
Una reflexión más o menos en tal sentido se la oí a la hermana de Ronald Wood, Wanda, hace algunos años. Y tiene que ver con el asesinato de Diego Guzmán y Exequiel Borvarán en Valparaíso, el 2015.
El caso de ellos tiene en común con el de Ronald Wood, asesinado por militares en 1986, que eran jóvenes estudiantes, que reclamaban derechos para todas y todos. Derechos políticos en el caso de Ronald, y el derecho social a la educación en el caso de los dos muchachos.
Siempre entreví otro símil o puente de unión —hablemos de puente, Ronald Wood fue asesinado en el puente Loreto, a un costado del Museo Nacional de Bellas Artes—, que es que si Ronald murió luchando contra el tirano: la dictadura, los estudiantes murieron luchando contra su engendro: el modelo neoliberal.
El hecho de que haya gente que justificó la muerte de estos dos jóvenes por atentar contra la propiedad privada rayando un inmueble es parte de la victoria ideológica del neoliberalismo.
Mientras Ronald, Diego y Exequiel protestaban, el régimen y las cúpulas políticas consensuaban una forma de controlar el descontento de los ochenta, y el bacheletismo aliancista (para ocupar el concepto de Lavín) el del 2011 en adelante.
En fin. El hecho de que estemos hablando de los tres quiere decir que los recordamos y que, bien o mal, advertimos un puente entre sus historias.
Es decir que son parte de la memoria social.
Como decía la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, en el acto en homenaje a Ronald Wood que realizó la agrupación de derechos humanos que lleva su nombre en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, a Ronald Wood, como a todos los demás, “no los mataron”.
No lo mataron, porque el 19 de mayo del 2018 hablamos de Ronald Wood, lo vimos en fotos, estuvimos con su familia y nos emocionamos. En fin, estuvo presente (“¡Compañero Ronald Wood, presente!”).
Eso tiene el acto por Ronald Wood, y los otros actos de su especie: “mantienen viva la llama de la memoria”, como dijo su ex compañero del Instituto Profesional de Santiago, actual UTEM, David Espinoza. La memoria de quienes cayeron y sobre todo la de la lucha (“¡Hasta la victoria, siempre!”).
Estos actos también hacen justicia. Una justicia informal, una justicia simbólica, comunicativa. Todos y todas quienes estábamos ahí le hicimos justicia a Ronald. Ya condenamos.
Asimismo, son un recordatorio de que aún no se ha hecho justicia formal, la del poder judicial. Ojalá que el juez Mario Carroza lo escuche ahora.
Aquí puedes leer sobre el caso de Ronald Wood.
Esta es una entrevista que La Batalla hizo a sus padres.
Exdirector del Diario La Batalla de Maipú.
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