El mensaje del presidente Sebastián Piñera: Estamos en guerra, selló oficialmente el desconcierto que se respiraba (en la forma de olor a quemado) el domingo 20 de octubre en nuestro país.
El contraste con su declaración de hace unos días: Chile parece un oasis, fue expresado humorísticamente a través de las redes sociales, en términos de un absurdo.
No obstante, el primer planteo del presidente no resultaba tan absurdo en función de su caracterización de un “enemigo” cuyo único propósito es “producir el mayor daño posible”.
—Piñera señala que estamos en guerra. Con ello esgrime el mismo discurso que practicaba Pinochet en los ochenta —dice el profesor Ricardo Camargo—. Intenta ocultar la ineptitud del gobierno. Primero, para no ver el justo malestar de un pueblo y, luego que revienta la crisis, para no poder resolverla. Pero al mismo tiempo la actitud de Piñera se vuelve irresponsable y peligrosa para los derechos de las personas, pues da carta blanca a los militares.
El profesor Camargo es doctor en ciencia política de la Universidad de Sheffield (Reino Unido). El 2017 fue candidato a diputado del Frente Amplio por el distrito 8.
—La estrategia del gobierno de criminalizar la protesta social, militarizando el país, es profundamente antidemocrática —completa—. Detrás de ello hay un objetivo claro: infundir miedo en la población. En democracia ello es inaceptable. El Frente Amplio debe ser claro en esto: con un gobierno que mantiene militares en la calle no se conversa.
—Tratar a todos los que protestan como delincuentes, sin distinguir.
Parte del país está militarizado, en virtud del Estado de Emergencia decretado por el presidente. Esto, como reacción al estallido social detonado por el alza del pasaje del metro y la evasión de los estudiantes.
—Las causas son una acumulación de malestares, incubados al interior de una sociedad que es muy precaria y desigual socialmente hablando —reflexiona Camargo—. Es una explosión social, anclada fundamentalmente en una percepción, y en muchos casos de vivencia real, de injusticia social. En la amplificación de esa percepción, la actitud displicente del gobierno aceleró el conflicto.
Maipú ha sido uno de los focos más álgidos. En términos generales, la jornada del domingo estuvo centrada en los saqueos.
—Los saqueos son expresiones de descontrol social y hay que explicárselos en un contexto de debilidad del pacto social y precariedad que existe en la comuna —opina el profesor—. Sin embargo, nada tienen que ver con las masivas y pacíficas protestas que protagonizaron vecinas y vecinos de Maipú. Esas manifestaciones son la expresión de un malestar profundo con las desigualdades y el abuso. Y al mismo tiempo son la esperanza de que podemos aspirar a una vida en común más justa, porque hay conciencia de que la existe no da el ancho.
La lectura del profesor parece más esperanzadora que la del presidente:
—Siento que Chile despertó y que la política ya no podrá evadir el debate sobre cambios estructurales que están en la base de las protestas: habrá que terminar con las AFP, mejorar radicalmente la salud y la educación, tener una nueva Constitución que exprese un nuevo pacto social y sobre todo mejorar los ingresos de la gente y disminuir los privilegios de los súper ricos. Esos debates no se podrán seguir postergando.
[Imagen de archivo].
Exdirector del Diario La Batalla de Maipú.
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La delincuencia que azolo el fin de semana en las seudo protestas en nuestra comuna no tienen justificacion. Cuando se sobre pasa la institucionalidad solo el caos queda.
Nosotros los vecinos mas humildes pagamos las consecuencias.
La sociedad tiene forma de organizarse y no es esta
Hay partidos politicos para canalizar soluciones a nuestros problemas como sociedad, si eso no funciona , hay una crisis que debemos enfrentar pero no con esta violencia.