Viernes 6 de junio. La gente salió a despedir a la selección chilena de fútbol. Salvo un casi atropello a una mujer que se cruzó frente al bus, lo demás fue alegría. La televisión y la publicidad sólo hablan de una cosa: el Mundial de fútbol de Brasil 2014.
Sin embargo, en el país carioca la situación no ha sido de alegría. Este día viernes, antes de que se disputase un amistoso entre Brasil y Serbia, hubo una protesta que registró serios enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Esta vez quienes protestaron fueron los conductores del metro quienes piden mejoras salariales. La idea de los conductores era bloquear la entrada a la estación Ana Rosa, pero un grupo de policías les tiró lacrimógenas y balas de goma.
Consultada ante esta situación, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, simplemente dijo:
Lamentable (La Tercera).
Días antes, consultada por otras manifestaciones, exclamó:
Son el costo de la democracia y la consecuencia de tener movimientos sociales activos que se manifiestan libremente… Y la enorme mayoría de los brasileños verá el mundial por la TV, asando una carne y tomando una cervecita (El Nacional).
Además, producto de la huelga de los conductores de metro, Brasil registró uno de los peores atochamientos de su historia. Fueron 252 kilómetros de taco. Pero esto no provoca el menor desánimo en Joseph Blatter:
Confío en que después del inicio del torneo habrá “una mejor atmósfera” en Brasil, pese a una serie de conflictos gremiales que hay actualmente en diferentes sedes de la Copa (BBC).
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