Por Marco Soto Bobadilla.
A días del cambio de mando en nuestro gobierno local en Maipú, es tiempo de cuestionarnos el nivel real de participación en la toma de decisión en nuestra sociedad. ¿Solo podemos influir en nuestra municipalidad con la elección de autoridades?, ¿qué pasa con el gobierno regional?. Hace un tiempo se ha querido desarrollar e implementar una reforma que descentralice el poder y nos dé más herramientas para influir, sin embargo… ¿es la descentralización una alternativa viable en nuestro país?
Partamos de la hipótesis que sugiere que los problemas regionales surgen por la falta de reconocimiento de las regiones y provincias como sujetos políticos y la escasa transferencia de poder a los niveles subnacionales, podemos considerar que directa o indirectamente esto termina incidiendo en el nivel de desarrollo alcanzado, por lo tanto esto nos obligaría a la búsqueda de alternativas como la descentralización.
Dicha alternativa ha ido tomando fuerza con el pasar de los años, sin embargo ha encontrado barreras como la del modelo regionalizador actual, el que no está pensado para soportarla debiendo enfrentar los problemas estructurales que posee. Otro problema que se presenta es la cultura centralista o la “tradición centralista” de nuestro país, generando una dura resistencia a las transformaciones necesarias para impulsar una verdadera descentralización.
Para enfrentar estos obstáculos se han promovido reformas que buscan fortalecer la institucionalidad de gobiernos regionales y provinciales y las administraciones comunales, además del perfeccionamiento en las elecciones locales.
Aunque el proceso ha sido lento desde su inicio, considerando la regionalización del país a fines de la década de los setenta y el iniciado desde el retorno a la democracia, con el impacto del cambio del rol del Estado, actualmente la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados aprobó la reforma constitucional sobre elección popular de Intendentes y los integrantes de la Comisión de Gobierno del Senado acordaron despachar en un máximo de tres sesiones el proyecto de ley sobre fortalecimiento de la regionalización.
En este contexto pudiéramos inferir una reactivación del tema pero que en ningún caso indica una resolución en el corto plazo. El punto es si con todos estos esfuerzos se hace viable la implementación definitiva de la descentralización. Por lo menos, principalmente, en dos aspectos sí. En cuanto a lo administrativo, con el traspaso de competencias, y en lo político, con la elección de autoridades con dichas competencias en el territorio.
Otro tema que facilita el caminar hacia la descentralización, es el contexto político y el descrédito de la democracia representativa, demandándose mayor participación por parte de la ciudadanía. Las personas quieren tener más control sobre sus autoridades y mayor aportación en la toma de decisión que afecten directamente a su entorno, precisamente lo que busca esta alternativa y en sintonía con el cambio de paradigma demandado es: “promover una cultura institucional pública que valore lo territorial; coordinación entre los diversos actores al interior del territorio; diseñando, desarrollando y evaluando las políticas públicas desde el territorio; avanzar en la descentralización fiscal; Aumentar la participación ciudadana; Construir confianzas entre los distintos niveles del gobierno para una efectiva gobernanza; Medición y evaluación permanente de desempeño”.
No será fácil esta transformación, aun cuando existe el consenso en cuanto al traspaso de competencias, funciones y recursos desde el nivel central hacia sus niveles subnacionales, al momento de diseñar políticas públicas que la promuevan.
En definitiva, es una alternativa viable en la medida que se reinvente el Estado y se convierta en uno “con sociedades regionales con fuertes competencias y recursos, y autonomías comunales de gran pluralismo espacial y político”. Tomando en consideración las particularidades de su territorio y de su gente, profundizando la democracia regional, repotenciando las municipalidades y estableciendo una diferenciación entre las tareas de los gobiernos y flexibilidad para actuar en las labores que apunten al desarrollo.
Esto con un ingrediente esencial, un gran acuerdo político social que le dé un gran respaldo y cuente con las voluntades y también los instrumentos necesarios para su aplicación.
Fuente: http://www.revistaenfoque.cl/las-razones-para-descentralizar-chile
[Imagen de portada: Ministerio Secretaria General de Gobierno (CC)].
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