[Opinión ciudadana] Bachelet y su gabinete

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Se dice que el presidente norteamericano John Kennedy dijo que un presidente inteligente, es aquel que sabe rodearse de personas más inteligentes que él.Sin duda que la conformación del gabinete es un acontecimiento de máxima importancia. En la conformación del equipo de gobierno se juegan las correlaciones de fuerzas del ejecutivo, la relación con los partidos, y aunque sea tautológico, los límites de acción de la presidencia.

Hace una semana la presidenta electa Michelle Bachelet nombró su equipo de gobierno en los cargos ministeriales.Los cargosde mayor confianza, es decir, hacienda e interior,se concentran en el núcleo íntimo de la mandataria. Tanto Alberto Arenas como el joven Rodrigo Peñailillo corresponden a colabores bacheletistas netos. Con esto la presidenta da señales de autonomía con respecto a los partidos.En conclusión, Bachelet da cuenta de un evidente empoderamiento de su cargo.

Sin embargo,existen ministerios claves a cargo de técnicos, o al menos,políticos con mayor experiencia. Esto lo grafica el nombramiento de Eyzaguirre en la cartera de educación.La interpretación a esto cosiste en dejar lo complejo a los políticos, sin perjuicio que las decisiones se tomen dentro del círculo íntimo de Bachelet.

De buenas a primeras observamos un gabinete equilibrado y con una representación comunista más baja de lo esperado.  Se observa una posición de los partidos un tanto atípica, pero no por ellos reducida.Se han convocado a las carteras ministeriales a personalidades de primera línea  de los partidos de la Nueva Mayoría,  pero de escaso reconocimiento público. La jugada es notable.   Surge la falacia de haber nombrado figuras ajenas a los partidos, pero en el fondo son políticos destacados en la interna de los mismos. Por ejemplo, personas como el ex alcalde de Maipú Alberto Undurraga, poco conocido por el elector no maipucino, pero quien ostenta el cargo de vicepresidente de la democracia cristiana, uno de sus príncipes.

[pullquote]Sin embargo, quedan cabos sueltos en el programa de gobierno, los cuales han llevado a  toda  clase de especulaciones, no del todo felices para la sensibilidad de centro izquierda[/pullquote]

Lo que podemos esperar del futuro gabinete es una incertidumbre.La clave para dilucidar este acertijo la entregará el juicio inexorable dado por el ojo crítico del elector y el paso del tiempo.  Si existe un compromiso genuino y disciplinado por el programa de gobierno, podríamos esperar coherencia entre lo que se prometió y lo que se cumplió.Sin embargo, quedan cabos sueltos en el programa, los cuales han llevado a  todaclase de especulaciones, no del todo felices para la sensibilidad de centro izquierda. Por ejemplo,se acusa al futuro ministro de educación, Nicolás Eyzaguirre, de haber aprobado en CAE en su gestión en hacienda bajo la administración Lagos a cambio de detener una inevitable reforma tributaria. ¿Este Eyzaguirre se convertirá en el Paulo de Tarso de la educación chilena?  Una crítica firme se ha levantado sobre el futuro ministro de hacienda, Alberto Arenas, quien  habría negociado con el empresariado la reforma tributaria central de Bachelet a cambio de mantener incólume elactual código laboral.

Otro de los aspectos interesantes del futuro gobiernoes el control que la antigua Concertación tuvo  sobre los movimientos sociales. Si algo hacia eficientemente  la antigua Concertación, hoy Nueva Mayoría,fue la cooptación de los movimientos sociales a través de la negociación de los imprescindibles operadores políticos, capaces de adelantarse a los incendios y apagarlos (por las buenas o por las malas) antes de que se propagasen a nivel mediático. ¿Se podrá hacer lo mismo en este nuevo ciclo, como le gusta repetir a la mandataria?

En definitiva, las especulaciones pueden ser infinitas, dependiendo el juicio que cada uno tenga sobre el pasado y el presente.Lo único medianamente sensato que se puede hacer frente a la coyuntura es mantener activa la capacidad de observación. Esta constituye el método más eficiente para discernir si la clase política cumple las altas expectativas que ha creado o defrauda nuevamente a su electorado.

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