En cada ciudad, pueblo, comuna, existe un gran espacio de diálogo e interacción, esa es su plaza, o el ágora como se entendía antaño. Un centro social, político y cultural que ha desaparecido con el paso del tiempo, hoy las convergencias son virtuales, se dan tras una pantalla. Hasta las autoridades prefieren vincularse a la ciudadanía desde Instagram, Twitter o Facebook… Puede resultar inmediato e incluso suficiente, pero nunca lo ideal. El diálogo debe darse mirando a los ojos, estrechando la mano, cara a cara, aunque cueste, aunque resulte improbable o imposible. En cada plaza respetable surgía el odeón como ícono cultural, como epicentro y escenario principal de esa interacción. Maipú no es la excepción. Hoy el Odeón de la Plaza Mayor es un espacio tan olvidado como abandonado, un fantasma, quizá metáfora de una infinidad de voces que no conversan y que al contrario se diluyen en un permanente monólogo. Aunque su potencial es gigantesco, tanto por lo emblemático de su historia como por lo estratégico de su ubicación, en el corazón mismo de la comuna, en todos los sentidos.
Considerando esta situación es que resulta urgente el surgimiento de espacios de conversación, en que nos conozcamos, en que nuestros artistas muestren su trabajo, en que interactuemos y debatamos mirándonos. Nuestro odeón cumple con absolutamente todos los requisitos que podamos encontrar para este fin, nació para aquello. Algunas agrupaciones y actores sociales locales han entendido esta necesidad y comienzan a generar su recuperación (memorable resulta aquel “Batallando En Vivo” de La Batalla de 2015, con Alawaite, Luna Lamilla y Dahm), aunque sin duda resultará una iniciativa parcial sin el apoyo de una política municipal que apunte en aquella dirección. Es por ello que desde el Diario La Batalla de Maipú decidimos aportar al debate y quisimos exponer la experiencia tras el que, sin duda, es el odeón más activo como espacio social y cultural en el Chile actual, el de la Plaza de Armas de Santiago.
Conversamos con Bernardita Lorenzini, Directora de Vía y Espacios Públicos del Municipio de Santiago, además Administradora de la Plaza de Armas de Santiago e ideóloga del que podemos llamar el rescate del Odeón de dicha comuna. “Primero que todo aquí hay mucha voluntad de hacer congeniar muchas cosas”, dijo Bernardita de entrada. El centro de Santiago es un lugar donde confluye mucha gente, donde ocurren muchas cosas. “Nosotros tenemos aproximadamente 1.800.000 personas que circulan por la Plaza de Armas a diario”.
Segundo, en el año 2014 la plaza se cerró durante un tiempo, porque se necesitaban hacer las mejoras que no se habían hecho en diez años. “Cuando se hicieron estas mejoras, también se mejoró el odeón: su sistema de luminarias, sus escalinatas, esta cosa de impronta más señorial”, viéndose en este un espacio emblemático, antes ocupado por la retreta de Carabineros y los ajedrecistas y que ahora podía ocuparse por ejemplo en actividades municipales: entregas de premios, ceremonias, etc. De ahí que se le dotara de conexiones eléctricas.
Todo esto, mientras se ideaba un plan estratégico que buscaba hacer del centro un “lugar de encuentro”, esto es, más que un lugar de paso. A esto responde finalmente la habilitación del odeón y otros veinte puntos en el casco histórico para la expresión artística: “una de las primeras cosas que yo pensé fue cómo hacemos pare que gente que viene aquí a la Plaza de Armas, pero que no tiene 10 mil pesos para pagar un ticket de entrada al Municipal, o que tal vez no pueda ir a un concierto, pueda acceder a espectáculos y presentaciones de gran nivel”. “Me senté durante un mes completo en la Plaza de Armas, y empecé a entender el flujo: no es lo mismo lo que pasa un día lunes en la mañana versus un domingo a las cinco de la tarde”.
“Y de esa forma empezamos a contactar a distintas personas, agrupaciones, y empecé a hacer un trabajo de contacto. Ocurrió que se decidió en algún momento de la administración pasada generar, junto con estos arreglos, una ordenanza de uso específico de la Plaza de Armas, y en el contexto de esa ordenanza se genera una suerte de gerente o administrador de la plaza, que recayó en mi persona, adicional a lo que hago en la municipalidad”.
Aunque de manera indirecta en torno de la actividad en el odeón trabajan más personas -como por ejemplo los guardias municipales, quienes supervisan el cumplimiento de los horarios-, la gestión propiamente tal del espacio recae en dos personas, y sin dedicación exclusiva.
“Empezamos a gerenciar la plaza y particularmente el odeón, y empecé a hacer una especie de cazatalentos en el casco histórico, y hasta el día de hoy lo sigo haciendo”.
“Lo primero que hicimos fue empezar a entrevistar o buscar a estas personas que, de manera espontánea, se ponían en espacios de nuestra comuna, ofreciéndoles este espacio que es una vitrina natural, en un punto de alta confluencia de personas; lo segundo que hicimos fue contactar a las agrupaciones o a las organizaciones vecinales o barriales: siempre en las juntas de vecinos hay un grupo de adulto mayor que baila cueca o que baila tango, y hacemos entonces clases, o hacemos demostraciones de esas agrupaciones barriales en el odeón y el espacio está disponible; luego nos fuimos a los colegios, y en los colegios hay bandas, bandas tributo, coros, etc., y en eso hemos ido calando en todas las organizaciones sociales, barriales, de origen, culturales, etc. que pertenezcan a la comuna. Nosotros tenemos la puerta abierta y hacemos una convocatoria abierta para que se presenten en el odeón”.
Ahora bien, “todo este grupo de personas teníamos que vaciarlo en una agenda, o en un calendario”, “porque alguien que toque la guitarra a las diez de la mañana genera ruidos molestos, hicimos la propuesta de generar dos ventanas de uso de los espacios públicos que tuviesen que ver con sonidos, con ruidos, una ventana a la hora de almuerzo, en el que el flujo fuera importante para los músicos, que no interfiriese con labores comerciales o académicas, etc.; y una segunda ventana en la tarde, que es cuando se genera la hora punta de salida del trabajo, del colegio, de la casa, que tampoco fuese más allá de las siete, de las ocho de la noche, de manera que no interrumpiese el horario de descanso de la gente que vive en el lugar”.
“Hemos tenido que regular, fiscalizar. En lo concreto, individualizar a los grupos, los artistas, los números, las personas. Trabajamos en una calendarización y en un orden, por ejemplo, el martes es el día de cueca, los viernes es para la salsa, domingos para bailes folklóricos, y así hemos ido mutando un poco, los lunes es día de jazz, los miércoles de performances de otros tipos”.
Bernardita nos señala respecto a la experiencia de recuperación del Odeón de Santiago en particular y diversos otros espacios de Santiago en general “Ha servido para hacer copamiento de espacios que estaban antiguamente incivilizados, descuidados”, aunque aclara además respecto al odeón “no tenemos presupuesto habilitado para poder contratar a personas que generen un espectáculo en Plaza de Armas”, pero los artistas “tienen la posibilidad de poner su sombrero y pedir monedas”, en la búsqueda de que “este Odeón tuviese una salida que fuera como win-win”. Bernardita cree que los ingresos que los artistas reciben por esta vía no son menores. De hecho, “el Odeón es uno de los lugares más solicitados, porque hay buena ganancia. Piensa tú que tienes 1.800.000 personas circulando y confluyendo en la Plaza de Armas, lo que ya es un público objetivo absolutamente interesante”.
SÍ dispusieron de un presupuesto para comprar un sistema de amplificación pequeño, “pero que nos permite solventar la impronta de la presentación, por ejemplo, los chiquillos de los colegios con mucha suerte tienen sus instrumentos, por lo tanto nosotros les ponemos la amplificación”.
El procedimiento para usar el Odeón, explica, es sencillo: “Viene el artista con el decreto aprobatorio, además está el calendario publicado en todas las plataformas Web, y va a pedir las llaves a la guardia, presenta el decreto, el carnet, le entregan las llaves, abre, hace sus instalaciones, ocupa el Odeón, cierra y devuelve la llave”.
Además de músicos, “tenemos malabaristas, mimos, y gente que viene de pasada a Chile y que quiere presentar en algún espacio sus obras o sus producciones, hay performances culturales, hay jornadas de pintura, campeonatos de ajedrez”. Asimismo, se hacen conversatorios sobre temas en boga a cargo de la UAHC. “La página Web más visitada es el calendario del Odeón, hemos generado una dinámica en que la gente entienda que en el Odeón hay un espacio recreativo cultural, etc. en estos dos horarios y no otros, de manera tal que todo fluya, pero de una manera relativamente ordenada”.
La experiencia del Odeón de Santiago tiene bastante que enseñarnos ya que las realidades de ambas plazas –en torno a las cuales esta estructura se levanta- se asemejan en mucho, se trata de espacios que han visto un aumento en el flujo de transeúntes debido a la llegada del metro, de comunas con una rica, diversa tradición cultural y patrimonio artístico, se trata de espacios en los que hay una necesidad de convergencias y diálogos, desde la integración, valoración y respeto. “Si queremos que nuestra comuna sea un lugar de encuentro, este encuentro tiene que ser propiciado para todos: sin distinción, sin discriminación, más bien con inclusión”, cierra Bernardita refiriéndose al espíritu de su iniciativa, este rescate del Odeón De La Plaza para los artistas, los vecinos, la gente y su interacción.
Comunicador y gestor cultural maipucino. Con estudios en antropología sociocultural. Locutor en radio y presidente de Nación Cultural de Maipú, la primera corporación cultural de la comuna.
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