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Llamados

El “Belaggio” es un hotel y casino de Las Vegas, Estados Unidos, bien conocido por su espectáculo de aguas danzantes sobre una enorme pileta, en sincronía con la música que suena cada media hora.

Durante el año 2012 uno de sus más entusiastas espectadores fue el boxeador profesional Luis Cerda. Iba una vez por semana, en la noche. A fines del año anterior había recibido un llamado de Luis Tapia, que le ofreció irse a esa ciudad a entrenar. “Él es chileno, está hace treinta y cinco años en EEUU. Es manager y entrenador de boxeo, fue promotor también en su tiempo. Él entrena, y es su pareja también, a Layla McCarter. Ella es la mujer seis veces campeona del mundo de boxeo; ella es como lo más grande que tiene el boxeo en mujeres, en Estados Unidos…”.

Despejadas algunas dudas acerca de su manutención, Luis aceptó.

Junto a dos boxeadores más, uno nigeriano y el otro ruso, pasó dos semanas en casa de un empresario ítalo-americano amigo y socio de Tapia; en Summerlin, un barrio acomodado de los lindes de la ciudad. “Después nos cambiamos a otra parte que era como más normal de Las Vegas. Nos fuimos a la casa que tenía cinco habitaciones. Súper grande la casa. Yo primera vez que tenía una pieza tan grande. Siempre había querido un closet, así como de esos grandes así… Y las puertas correderas, con espejo gigante… Entonces yo pensé: A lo que he llegado…”. De todos modos, prefiere a Maipú. “Es que Las Vegas pa’ mí es como un sueño. Y uno no vive en un sueño. Hay que vivir la realidad”, dice caminando en medio de la gente, una noche helada, por la Plaza Mayor.

“Me despertaba a las ocho a tomar desayuno, a comer. A comer, a comer, a comer. Porque allá comen harto. No sé por qué comen tanto. Cereal con leche, dos panes con omelette, con queso, un vaso de jugo, galletas… ¡Uh! Montón de cosas. Entonces uno terminaba súper satisfecho, a veces después no quedaban ganas de almorzar. A las doce del día empezaba el gimnasio. Lo que es pura parte técnica hacíamos, porque en Estados Unidos por lo menos se trabaja o solamente la parte técnica o solamente la parte física. Entonces nosotros nos enfocábamos, a las doce el día, en  hacer solamente la parte técnica. Hacíamos todo lo que tiene que ver con boxeo; con la sombra del boxeo, los paragolpes, con golpear el saco, y abdominales entremedio de todas esas cosas”. “Y estábamos ahí hasta como las tres, y después nos íbamos a almorzar. Mi manager tenía un amigo, también medio como italiano, griego, no sé, que lo ayudaba mucho, que tenia un restorán, y siempre íbamos a comer allá. Siempre comía gratis. Ellos decían que era el mejor pollo asado de Las Vegas. Siempre ahí comíamos harto igual, y almorzábamos siempre juntos. Siempre andábamos pa’ todos lados juntos”.

“Y después, a descansar a la casa, dormir, no sé, estar ahí en el Internet, o leer o ver tele, qué se yo. Y a las ocho, entre ocho y nueve, nos íbamos a hacer la parte física, a correr en la trotadora. Y ahí estábamos hasta como las diez, once. Yo a veces me quedaba hasta las doce, una, de la mañana. Súper tarde. Porque corríamos una hora, después hacía pesas o me iba a nadar; después en el sauna, en el jacuzzi, uno está una hora, dos horas; entonces siempre ahí estaba ocupado, esa era la rutina diaria”.

“Estuvimos como uno o dos meses con los italianos y después nos separamos de ellos, porque hubo unos problemas con Tapia y los italianos. Plata igual. Cuando hay plata de por medio se complican las cosas. Entonces ahí nos fuimos el nigeriano y yo a un apartamento y el ruso se quedó con el italiano. Ese fue el trato. Entonces después íbamos a entrenar, hacíamos todo lo mismo, pero con Tapia”.

Desde que volvió a Chile, Luis mantiene contacto permanente con Tapia a través de Facebook y Skype. Pretende volver a Las Vegas a fines de junio o en julio próximos. “Allá puedo pelear por tres mil dólares, seis mil dólares. Acá lo que más he ganado por una pelea, no en un mes, porque igual me siguen apoyando por fuera, son cuatrocientos mil. Igual es harto, o sea no es poco. Mi primera pelea de profesional yo gané cincuenta mil pesos”. “La bolsa del boxeador, el sueldo, va conforme a la cantidad de rounds que uno pelee, a la cantidad de peleas que uno tenga, y el rival que le traigan. Entonces mi primera pelea, como era mi debut profesional, era a cuatro rounds —siempre uno parte a cuatro rounds—, entonces eso era cincuenta lucas. No podían pagar más”.

Se las pagó don Luis Valenzuela, dirigente del Club México. “Él es el que organiza las peleas, él es el que trae los rivales, él es el que monta el show y todo. Es como mi papá. Porque yo lo conocí cuando llegué al boxeo a los trece años, al México. Él me ha ayudado harto, a lo largo del tiempo; como que me he criado con él. Igual yo no hablo mucho de que él es como mi papá, es como algo más íntimo”. Su papá falleció la madrugada del 1 de noviembre del 2000. “Él era un hombre súper bueno. Era un hombre súper sano más encima: no fumaba, no tomaba, niuna cuestión… Los buenos se van al cielo antes, eso dicen”. “Yo, más que creer en la iglesia, igual creo en Dios, y creo en que mi papá me está cuidando desde algún lado”.


Luis rememora vívidamente una discusión telefónica entre don Luis Valenzuela y su madre, quien nunca quiso que fuese boxeador. También cuando aquel le comunicó, un día de fines de 2009 en el Club México, que lo esperaban al teléfono. “Hay un boxeador nacional que se llama Joel Mayo, que es de Villarrica. Él está radicado en Austria. Vive seis meses en Austria, se viene seis meses acá. Está por temporadas, trabajando allá. Él tiene un jefe que se llama Hansi Neuner, que tiene una empresa de deporte extremo y cosas recreativas y todo, y en esa empresa él hacía boxeo, entonces él era como promotor y dijo: Joel, búscate un muchacho pa’ ayudar. Pa’ trabajar y entrenar. Entonces Joel Mayo empezó a buscar, a buscar, y llegó a mí”. Luis respondió inmediatamente que sí.

“Y era primera vez que yo viajaba en avión, entonces estaba súper nervioso. Yo nunca en mi vida pensé que iba a subirme a un avión, que iba a viajar fuera de Chile, y menos por el boxeo. Todo lo que yo tengo ahora, y lo que yo he conocido y he viajado y todo, es por el boxeo. Y más que por el boxeo es por ser porfiado: nunca hacerle caso a mi mamá, porque siempre yo preferí ir a entrenar y todo y hacer lo que yo quise. Igual me dio resultado. O sea yo como que soy de las personas que tuve un poco de éxito sin seguirme por lo convencional, entonces igual es algo diferente”.

“Cuando llegamos al aeropuerto, mi mamá me entregó una carta. Era súper, súper larga; pero lo que más me marcó, me acuerdo, ella me dijo: Léela cuando llegues. Fue un viaje súper largo. De Santiago a Buenos Aires, de Buenos Aires a Francia, de Francia a Alemania, y de Alemania nos fuimos a Austria. Y ya, llegué, leí la carta y todo, y en una parte decía así como que: Hijo, estoy orgullosa de que nunca me hayas hecho caso, porque eso fue lo que te tiene donde estás tú”.

Su madre

“Mi mamá es como igual mi amiga. Mi papá falleció y se derrumbó su mundo, pero igual supo pararse de eso y salió adelante con nosotros tres —Luis tiene una hermana y un hermano menores—. Mi mamá ha intentado hacerlo lo mejor que puede. Ella trabaja ahora en una fundación que se llama Junto al Barrio, que es como una fundación que esta así como en la Villa Francia, y que apoyan a la gente pobre y todo. Ella como que organiza ahí cosas y es como secretaria. Ella estudió secretariado, después de que falleció mi papá; porque ella era dueña de casa. Fue duro”.

“Yo admiro a mi mamá. Porque ella supo salir adelante, y no sé si es bueno, pero pa’ mí llega a ser exagerado, que mi mamá es súper humilde. Súper buena mujer, con la gente, y donde va mi mamá la quieren mucho; trabajo que llega la quieren mucho, porque ella es como súper buena persona, buena mujer, y dispuesta a todo. Es súper inteligente, entonces como que llega bien con la gente. Algo que yo no pos… Yo no soy humilde, no tanto quizás, tengo mi forma quizás, no sé pos, pero somos como diferentes. Mi mamá da y no le duele, da aunque le falte, yo no pos, yo soy más apretado, entonces por yo eso admiro a mi mamá. Y de la forma en que ella supo sacarnos adelante. Quizás conmigo, yo le he dicho: Pucha, no sé, quizás conmigo no te resultó. Que yo debería haber estudiado, estar en la universidad… Pero yo elegí mi forma de vida, y elegí el boxeo, y me ha llevado donde estoy ahora”.

“El boxeo para mí es mi vida. Gracias al boxeo yo veo la vida de una forma diferente a la gente que se enfoca tanto en los estudios, y que hay que ser exitoso en los estudios para surgir, que la universidad es lo más importante… Igual yo encuentro que es importante estudiar y todo, no desvalorizo eso, a la gente que se esfuerza haciéndolo, pero para mí eso no te hace mejor persona. Como que yo lo veo diferente. Yo creo que, a mí, mejor persona me hace seguir haciendo lo que de verdad yo quiero, y lo que yo siento que tengo que hacer, y que lo he hecho. Y gracias a eso se me han abierto puertas que quizás si yo hubiese estudiado, o hubiese intentado estudiar, hubiese entrado a la universidad, nunca habría quizás subido a un avión. Si yo nunca en mi vida pensé que me iba a subir siquiera a un avión…”.

¿Qué es ser una buena persona?

“Ser una buena persona es como difícil, porque yo ni siquiera me encuentro tan buena persona. Ser una buena persona sería ser como mi mamá. Ser alguien correcto, alguien que tiene amor para entregar. A pesar de que no tenga uno todos los recursos para dar, por ejemplo, ayudando, se las rebusque de alguna forma. Porque igual nosotros no tenemos plata, no somos una familia acomodada ni nada —gracias a Dios no nos falta tanto. Nos ha faltado, pero no nos ha faltado tanto—, pero mi mamá aun así ella sigue queriendo ayudar. Por eso que está en el trabajo en que está. Ella igual recibe su sueldo y todo, pero es como de caridad y vocación, en esa fundación. Ella antes de eso tenía otro trabajo en una empresa de contadores, entonces ella como que se sentía mal ahí, porque era como un trabajo muy normal… Entonces ella quería ayudar en realidad y todo, y yo estaba en EEUU cuando se cambió de trabajo, y ella me llamó y me preguntó: Luis, sabís que tengo que preguntarte algo, me dijo, yo quiero cambiarme de trabajo a una fundación. Es que no me siento  bien ahí, la gente es muy diferente, que todos andan con caras largas, que… No sé. Que aquí, que allá. Yo le dije: Pero mamá, si tú soi  la mamá, tú no tenís que preguntarme nada. Y ella ahora está ganando menos quizás, pero es más feliz ayudando a la gente. Entonces yo creo que ayudar a la gente o dar una  buena imagen de uno mismo, como por ejemplo yo puedo darla,  de que yo gracias al boxeo soy lo que soy, quizás nadie se va a fijar si yo soy un buen ejemplo a seguir o no, pero uno puede salir adelante, seguir lo que uno quiere nomás pos, sin que los otros te lo digan. Menos mal yo nunca hice lo que la gente me dijo. Mi papá quería que yo fuera doctor, o abogado. Si no se muere quizás en que estaría yo… Una vez conversaba eso yo con una amiga en EEUU, que conocí allá. Conversábamos porque ella tenía un esposo que se había muerto. Después de que se murió su esposo, de cáncer, ella se dedico así como a hacer una fundación pa’ ayudar a la gente con cáncer. Hablábamos que su esposo se había muerto, y que mi papá se había muerto, y le dije: Pero sabís que, igual, en una de esas, fue mejor que mi papá se haya muerto, porque yo no habría llegado aquí a Las Vegas, ni te habría conocido… Y me dijo: Mira, igual es como interesante… Porque es verdad pos. Si mi papá no se hubiese muerto quizás yo nunca hubiese entrado al boxeo”.

Ir a Luis Cerda, Parte II y final.

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