El sistema frontal que azotó Santiago la madrugada del viernes 2 de agosto con ráfagas de viento que alcanzaron los 124 kilómetros por hora y las mismas explicaciones de siempre, es el cansador panorama que ha afectado numerosos hogares de la comuna de Maipú, que por más de 48 horas permanecen sin luz, producto de las recientes lluvias y vientos que afectaron a la Región Metropolitana y a otras regiones del país.
En Maipú, cientos de árboles caídos, semáforos sin funcionar, desorden en tránsito, baja presión de agua, alimentos que se descomponen, gran parte de los hogares y calles a oscuras, situación que a primeras horas de la mañana del día domingo 4 de agosto mantiene alrededor de 23 mil hogares sin este vital suministro de parte de ENEL.
Hubo situaciones dramáticas y otras sencillamente inauditas como consecuencia del temporal, que vino a aterrizarnos respecto de la pobre e improvisada cultura de prevención que tiene la comuna, actuando como siempre de manera reactiva, o bien excusando el actuar presente con las culpas de lo que “antes no se hizo”. En suma muchos maipucinos/as se han sentido solos frente a esta emergencia.
Buscando las responsabilidades
La caída de los árboles por un viento inusitado estuvo mal ¿quién es responsable?, la interrupción de días sin suministro de energía (sin luz) estuvo mal ¿quién es responsable?, el tránsito vehicular desordenado y al arbitrio de los conductores, una verdadera ley de la selva estuvo mal ¿quién es responsable?. Seguramente los únicos responsables serán a fin de cuentas, el viento y la lluvia.
En medio de la anomia en que estaba la ciudad de Maipú, resultaba pintoresco observar en el concurrido cruce de Camino a Melipilla y la Ciudad Satélite como un joven intentaba dirigir el tránsito, arriesgando su integridad física en medio de una verdadera autopista de autos locos en todas las direcciones, intentando pasar en medio del caos, algunos conductores intentaban seguir sus indicaciones, otros lo insultaban y otras personas se manifestaban preocupadas por la arriesgadas maniobras del improvisado guía de tránsito a quien alguien le pasó un chaleco reflectante para cumplir su tarea.
Mientras tanto en redes sociales, vecinos se preguntaban y otros derechamente reclamaban la presencia policial en el lugar, toda vez que existe una subcomisaria en Ciudad Satélite a un par de cuadras.
Son las consecuencias sufridas por la población, las autoridades locales y nacionales y ejecutivos de las empresas de suministro de energía cruzarán opiniones, se harán ver en televisión y escuchar en la radio, haciendo mutuas recriminaciones y todo será como siempre, hasta el próximo aguacero o temblor.
Queda la peregrina esperanza que con el alto costo que tiene la energía y los aumentos e intereses cobrados a los clientes de todo el país por la energía eléctrica, las empresas destinen de sus millonarios ingresos lo que mínimamente corresponde para mantención, reposición y prevención de estas empresas de energía, sobre el que políticos discuten en el parlamento lo que hay que pagar pero no sobre la calidad del servicio.
En la noche del sábado 3 de agosto, en distintos puntos de la comuna, el malestar de los vecinos y vecinas se hizo sentir con fuertes cacerolazos, apoyados por las bocinas de quienes regresaban a sus casas tras sortear obstáculos, desvíos, tacos, semáforos apagados y toda una verdadera odisea.
Triste, pero cierto.
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