LABOR OMNIA VINCET

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Imagen: www.chispa.cl

(Labor Omnia Vincet: “El Trabajo Todo Vence”, lema del Escudo de Gendarmería de Chile)

La Sociedad la compone todo el género humano, con sus virtudes y defectos. Los unos no somos sin los otros, cada individuo es importantísimo. Si un hombre desaparece de esta existencia compartida, nos queda en blanco ese espacio de tiempo. Ocupamos en la dimensión de tiempo y espacio también la vida de otro; prueba borrar los tiempos compartidos con un vecino, un amigo, un desconocido que se cruza.

Nos guste o no somos uno.

Cada Hombre nace con derechos inalienables como el de alimentos, vestuario, calzado, educación, salud, vivienda, trabajo, reproducción, protección, esparcimiento, respeto. No recuerdo el nombre de un psiquiatra que dijo: “somos lo que hemos vivido”.  Quienes carecen de la protección de los padres, ya sea por una ausencia provocada por actividad laboral con la necesidad de cubrir las necesidades básicas, porque estos no responden a su obligación o porque ya no existen: los adolescentes, son los más agredidos en este sistema mercantilista y ruin.

Ruin, porque trata a los seres humanos como objetos sujetos a depreciar.

En este sistema depredador del ambiente y del hombre, hay quienes rompen la Ley escrita por el Hombre. Más la que dice: Amarás a Dios sobre todas las cosas, No tomarás el nombre de Dios en vano, Santificarás las fiestas, Honrarás Padre y Madre, No matarás, No cometerás actos impuros, No robarás, No mentiras ni dirás falso testimonio, No consentirás pensamientos ni deseos impuros, No codiciarás los bienes ajenos.

“Normas” si así podemos llamarles, que nos rigen como principios de sabia convivencia desde antes de la Biblia, pero que debió registrarse porque la naturaleza del hombre es más fuerte y olvidadiza que hacer lo correcto. Siendo creyentes o no creyentes, como el Dios que conocemos, o el que en otros tiempos y lugares se concibiera. Como sea, la rectitud, la justicia y la bondad han sido características valoradas por la especie humana; algo nos quedará de divino.

¿Quién de nosotros no ha mentido alguna vez?, ¿o habrá omitido, ya sea por conveniencia, vergüenza o temor? ¿Quién no ha dejado deslizar un mal pensamiento? ¿Quién no ha robado?

Lo hacemos si, por insignificante que sea, tomamos lo que no nos pertenece. Sea este tangible, tiempo, o inclusive la oportunidad de alguien arrebatada. Y también matamos, cuando humillamos a otro, cuando ignoramos una solicitud de ayuda, cuando permitimos que se mate como en La Araucanía. Cuando se viola a un ser humano y nada hacemos, como por ejemplo los niños del Sename.

Quienes esclavizan un Pueblo cometen todas las aberraciones, y quienes teniendo en sus manos el “poder y la autoridad” para cambiar los preceptos que disminuyan el dolor de los hombres no lo hacen… ¡Hipócritas! dijo un gran hombre llamado Jesús. ¿Quién más consecuente, justo y valiente que Él?

Oscar Wilde escribió: “donde existe dolor hay un suelo sagrado”, y en este infierno en el que nos encontramos, son concesionados aquellos suelos bendecidos con el dolor, sufrimiento y vida de muchos.

Porque, ¿qué sentirías tú si, por los errores que el resto del mundo no ve, despertaras cada día recibiendo un duro golpe en tu cabeza, en tus costillas o en tus piernas? Golpes que reiterativos al menos 2 veces al día, se te suman a los que recibirás por 3, 5, 7, 15 años, en todos y cada uno de esos días. Descargados con fuerza, frustración, desprecio y sadismo por quienes te celan, sumados a una escasa y pobre alimentación que te quitaran dosis de salud y vida.

En un lugar donde tus gritos no deben salir, y si se llegaran a arrancar de tu garganta igualmente no serán escuchados. Donde ya no tienes nombre, donde el perro que azuzado desgarra tus carnes tiene más valor que tú. Donde para lo único que existes y puedes en algo sumar, es para la “concesión licitada” y la justificación de sueldos.

Un lugar donde eres olvidado muchas veces hasta por quienes alguna vez fueron tu familia. Un lugar donde tu dolor hará reír a sádicos y la “vocación por el trabajo social” no pasa de ser un adorno en el prospecto. Ese infierno donde tus actos de bondad sólo los verá Dios. Tenemos suerte de que lo que no está en “La Ley” o no conocemos, no sea castigado por el Hombre.

El Hombre crea la Sociedad por la cual se gobierna, sin embargo al descansar sus derechos en la “autoridad”, debe seguir velando porque los estatutos beneficien a todo nacido por igual, para que “esas leyes” no provoquen la desigualdad que le llevará en algún momento de gran aflicción o debilidad, a caer en lo llamado “anti-social” o delincuencia. 

Porque de caer en esa “moledora de carne” es muy difícil, casi imposible, que puedas salvar tu pellejo, pues el resto de la “sociedad inmaculada” no te dará la mano. Por el contrario, te hará zancadillas.

Tu vida ya no te pertenecerá, estás a disposición de quien te enrostre tu caída, de quien teniendo abiertas las puertas las cierre para ti; donde al ver una luz al final del túnel, alguien con sus influencias la tape para ti; y que habiéndote esforzado heroicamente, soportado todo tipo de humillaciones, cuando piensas que lograste tu justo pago, seas burlado por el protegido del poder, que robando a muchos y mucho más que vos, te quita el pan de la boca. Vivirás el infierno hasta el día de tu muerte.

Sincera y lamentablemente, no existen las oportunidades para quien alguna vez cayó tras las rejas. A duras penas lo lograrán aquellos que cuentan con alguien de su familia que le tienda la mano, y con la gran, gran suerte o bendición de que una puerta se abra. Por hoy, no pasa de ser quimera, pues la vida y existencia de los reos, pasa por el estado de ánimo del celador que este de turno, y su libertad siempre y para siempre dependerá de que alguien se sienta amenazado, o quiera terminar rápidamente una investigación, pues hoy la producción es bonificada.

Por qué escribo sobre este tema, pues en 9 días más se recordará la muerte de los 81 reos de la cárcel de San Miguel, y hasta el día de hoy nada cambia. Las cárceles son entidades destructivas tanto para los internos como para quienes les vigilan. Viven en situaciones opuestas, pero igualmente corroe a jóvenes hombres a los dos lados de las rejas. Deshumaniza a todo aquel que allí se interna, deforma la conducta siendo finalmente de ambos lados víctimas de un sistema estúpida y obedientemente sostenido por nosotros… todos.

* Dueña de casa. Vive en Ciudad Satélite.

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