“Nosotros sentíamos, estando en la casa, cuando iba cayendo un árbol: ¡Ahí va un arbolito!, pensábamos”, dijo Jaime Quezada, vecino de la villa Nuevo Barrio Oriente, de Maipú.
“Nos dolía el alma”, dijo su esposa, Rosa Elgueta, a La Batalla.
Eran añosos álamos que guarecían las orillas del canal Ortuzano. Desde fines del año pasado comenzaron a ser talados en el sector.
Fue el concejal Alejandro Almendares Müller quien, hace poco, el 23 de enero de este año, envió un oficio al alcalde solicitando antecedentes. Haciendo eco, según indicó, de la intranquilidfad de lxs vecinxs, por la tala en sí misma, y frente al riesgo que supondría para niños y niñas que juegan por allí el desprendimiento de partes de los árboles, así como un eventual embotellamiento que los vestigios pudieran ocasionar.
Según la respuesta que el 10 de febrero expidió la Directora de Operaciones (S) de la municipalidad Antonieta Villaseca Lara, los árboles se hallaban dentro del área de servidumbre del canal, delimitada por un cerco metálico, bajo administración exclusiva de la “Asociación de Canalistas Ortuzano”.
La tala del arbolado fue motivada “por el mal estado, el gran tamaño de las especies y la falta de mantenimiento de estas”, y, particularmente, por caídas de partes de los árboles, que suponían un riesgo para peatones y vehículos.
Y a petición de la comunidad y autoridades de Estación Central (comuna, junto a Pudahuel, que limita con el sector), según indicó el Presidente de la mencionada Asociación, Roberto Perut, consigna la referida respuesta.
La tala del arbolado se planeó en tres etapas:
Etapa 1
Calle Santa Corina: Tramo Pajaritos-Av. Las Torres (talaje total de arbolado).
Etapa 2
Av. Marta Ossa Ruiz: Tramo Pajaritos-Américo Vespucio (talaje parcializado).
Etapa 3
Calle Santa Corina: Tramo Av. Las Torres- Av. Lo Errázuriz (en ejecución).
La Etapa 1 se inició en diciembre de 2013. Con fecha 31 de enero de 2014 se apersonó en el lugar la Directora Regional de la Dirección Regional de Aguas, Patricia Macaya Pérez, quien concluyó que los trabajos se ajustaban a la normativa vigente, que los evestigios no afectaban el libre escurrimiento de las aguas y que el cerco metálico impedía la penetración al sector.
Para Jaime Quezada, la tala de los árboles fue “una barbaridad”. Él está al tanto de que el lugar es de dominio privado, pero realca la evidente importancia que la vegetación tiene para el bienestar de la comunidad.
“El viento movía las hojas. Era como un concierto del viento, una melodía”, rememoró. Y le inquieta:
“Cómo los privados pueden pasar por encima de todos los habitantes de acá (…). Al último díganle a los privados: ustedes quieren el canal: canalícenlo”.
Tanto él como su esposa insistieron en que llegaron a la villa hace ya algunos lustros persuadidos por la constructora (Guzmán y Larraín), “de que esto iba a ser canalizado en poco tiempo”.
Aunque, según recoge el informe de la municipalidad, fueron vecinxs además de autoridades de Estación Central quienes solicitaron la tala, Jaime Quezada y Rosa Elgueta sostuvieron que la percepción generalizada entre la comunidad es que la medida no es la adecuada.
Él echó en falta, sin embargo, una manifestación mayor de parte de la gente:
“Todos lamentan, pero nadie hace nada”.
Y una preocupación mayor de parte de las autoridades.
Durante febrero de este año se espera que la Asociación haga retiro de los excedentes de la tala, y repare el cerco dañado a raíz de esta.
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