El drama de la Quebrada de la Plata no es un caso aislado. Nos hemos acostumbrado a permitir que millonarios proyectos de variado rubro se yuxtapongan, con rápido éxito y nula cobertura, sobre el patrimonio medioambiental o el derecho de las personas.
En estos momentos uno de los paraísos naturales más desconocidos pero importante de Maipú esta siendo al menos parcialmente destruido. Se trata de la Quebrada de la Plata, un bosque ubicado en los limites de nuestra comuna. Este lugar está siendo depredado por empresas mineras, las cuales no solo acaban con la flora y fauna del lugar, sino con la posibilidad de que ciudadanos como usted puedan disfrutar del entorno.
El drama de la Quebrada de la Plata no es un caso aislado. Nos hemos acostumbrado a permitir que millonarios proyectos de variado rubro se yuxtapongan, con rápido éxito y nula cobertura, sobre el patrimonio medioambiental o el derecho de las personas. A muestra de un botón, conviene recordar el caso de la termoeléctrica Campiche, ubicada en la región de Valparaíso, precisamente en la comuna de Puchuncaví. Esta empresa, de capitales norteamericanos, el año 2009 fue capaz, reunión con Ministro del Interior mediante, de cambiar la legislación vigente y revertir el dictamen de los tribunales de justicia, instalándose en una zona prohibida, significando un severo daño a la salud de la población.
La beatificación del mundo empresarial resulta al menos discutible. En primer lugar conviene precisar que dentro del capitalismo, las personas se mueven por interés privado, Adam Smith aceptaba que el principio del lucro es el motor que catapulta la acción humana. Sin embargo, cualquier economista, por muy liberal que sea, puede distinguir entre el bien común y el beneficio personal. Los empresarios persiguen este último. Por lo tanto, es fácil suponer el peligro de creer que el bienestar empresarial siempre entraña el bienestar colectivo. En otras palabras los empresarios son eficientes, pero solo para ganar dinero, no necesariamente para hacer el bien.Hace algunos años, diversos gremios empresariales vienen manifestando, con preocupación, la excesiva judicialización de emblemáticos proyectos en el campo minero y energético. Más allá de la opinión legítima de la organizaciones como la C.P.C., lo cierto es que la judicializacion es la ultima herramienta civilizada para establecer justicia. Si no defendemos el actuar de los tribunales, entonces habria que entregarle el accionar de la justicia a las turbas. Nadie supone que la ley de la selva deba imponerse.
Por otro lado resulta contradictorio reclamar por el accionar inquisitivo de la justicia, pero al mismo tiempo rasgar vestiduras por la pasividad de los jueces ante la “puerta giratoria”. ¿Es bueno o malo que la justicia actué?. Hay que ponerse de acuerdo ¿no?…
Sin duda no se debiera llegar a la justicia. Sin caer en utopías, hay que propugnar por construir una nueva institucionalidad que resguarde en bien común de la codicia empresarial, con exigencias claras y de riguroso cumplimiento. Tenemos que entender que el progreso del pais es el de todos.
Cuando una persona natural se beneficia a costa de perjudicar a otros, violando sus derechos, nadie dudaría en llamarlo delincuente, incluso podemos bautizarlo con apelativos como “pato malo”, “lanza” o simplemente antisocial. Sin embargo cuando un conglomerado empreasarial se beneficia a costa de violentar derechos de una comunidad entera ¿hay que preocuparse por la judializacion? Las cosas por su nombre, ellos también pueden ser delincuentes.
Ashwini dice
2 diciembre, 2013Tanto mata el cullihco en el vientre como el que pasa a su lado indiferente y lo deja desangrarse. Un poema cargado de esa rabia e impotencia, de esa falta de visif3n y accif3n.Me gusto mucho, compaf1ero Vicente eres grande.Saludos y un abrazo.Alejandro Ramos.