Partamos definiendo qué son los Guetos, cuál es el origen de este término que sirve hoy para identificar lugares, barrios o edificios en donde se concentra un importante número de población que se ve obligado a vivir en deplorables condiciones de hacinamiento, marginalidad y precariedad. Casas o departamentos baratos en los cuales históricamente se han asentado grupos humanos, que no tienen mayor opción de elegir, ya sea condicionados por situaciones de represión política, marginalidad social y económica, como por razones de segregación racial o cultural.
El recuerdo de los Guetos en donde se cometieron crímenes en contra de los judíos, impulsados por la Alemania Nazi, es una horrible y oscura mancha en la historia de la humanidad.
Si bien hoy no pareciera estar en peligro la vida de las personas por su condición religiosa, el mundo sigue manteniendo Guetos. Chile los mantiene y la comuna de Maipú es el claro reflejo, especialmente en barrios construidos a mediados de los 80 y principio de los 90. En palabras simples, esta comuna tiene numerosos barrios equivalentes a Bajos de Mena.
Entonces, los Guetos no son sólo un problema relacionado a la altura y abusiva densificación en algunas zonas de la comuna, sino que de falta de condiciones de habitabilidad, de urbanizaciones ambientalmente sustentables y socialmente integradas.
Es difícil entender cómo, habiendo transcurrido más de 150 años, al recorrer la comuna aún nos encontremos con urbanizaciones que no distan mucho de lo que fueron las primeras viviendas obreras; soluciones habitacionales denominadas “Cuartos Redondos”.
En efecto fue en el año 1843 cuando se prohíbe -en la ciudad- la construcción de viviendas de paja y se fija la primera Ordenanza Local que buscaba normar las habitaciones de los sectores populares, mencionando expresamente los cuartos redondos, entendiéndose éstos como aquellas viviendas que no tenían luz ni ventilación, sólo la que ya venía de la puerta de entrada.
Es bueno que nos preocupe la forma de impedir la rápida proliferación de edificaciones en altura que generan efectos significativamente adversos al medio ambiente, aunque sería mucho mejor que nos ocupemos de la discusión acerca de qué tipo de ciudad, qué tipo de barrio nos interesa desarrollar, interrogantes que se discuten y alanzan a partir de la planificación urbana.
En este Chile que está cambiando, es extremadamente importante que las autoridades entiendan que la planificación urbana no es sólo tarea de técnicos, o alianzas sospechosas entre políticos e inmobiliarias. Creo que es vital que todos los habitantes, residentes y usuarios reclamen lo que hoy se entiende como “el derecho a la ciudad”, pero que -en palabras más sencillas- podría señalarse como “el derecho al buen vivir”.
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Abogado Consultor en materias de Derecho Administrativo, Derecho Urbanístico y Legislación Ambiental.
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