Por mucho tiempo la encuesta del Centro de Estudios Públicos ha gozado de prestigio en los más diversos ámbitos de la vida nacional. Esta reputación, muy bien compartida con los estudios del CERC y Adimark, la ha conseguido tras sortear sucesivas pruebas de confianza. Otras mediciones, a menudo experimentales, han ido quedando en el camino, y no siempre por falta de financiamiento —que, dicho sea de paso, el empresariado siempre le ha garantizado al CEP—, sino por sus serias falencias metodológicas.
Y es que la credibilidad de una encuesta es tan crucial como la de un político, pues de ella dependen los votos de adhesión que la opinión pública está dispuesta a concederle a sus conclusiones. Si la encuesta logra acreditarse, su voz será autorizada, si no, seguramente ningún recurso de poder se movilizará con base en sus resultados. Para llegar a ser creíble la encuesta debe dar pruebas de validez, o sea, captar la genuina opinión que las personas tienen sobre un determinado asunto. Y debe afianzar su confiabilidad: las mismas preguntas, formuladas en otro sondeo a muestras representativas de población, deben arrojar respuestas semejantes.
¿Es válida y confiable la última encuesta CEP? Probablemente sí, incluso si como se le ha criticado, las preguntas hubieren sido ambiguas, mal formuladas y sesgadas, pues la consecuencia lógica de ello es que las respuestas sean igualmente ambiguas, mal formuladas y sesgadas. Si esto es lo que buscó la encuesta, no habría fallo metodológico. Pero si lo que quiso fue lo que Harald Beyer, director del CEP, ha declarado a la prensa, entonces estamos ante un problema de credibilidad. Porque el ex ministro no puede deducir del sondeo que la población es contraria a la reforma educacional, o que es favorable al lucro, al copago y a la selección. No puede deducir que la calle no expresa a la polis, que el 62 por ciento de apoyo a Bachelet no tiene valor o, como lo hace un ex subsecretario del Interior, que la educación no debiera ser un derecho garantizable, exigible y justiciable.
Nadie puede concluir nada de esto por la sencilla razón de que ninguna de las preguntas de la encuesta buscó averiguar tales opiniones, las que, en rigor, siguen siendo un tema pendiente.
[Imagen: (CC) Mineduc (detalle)].
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, U. Complutense de Madrid. Ha sido director de la División de Relaciones Políticas e Institucionales del Ministerio Secretaría General de la Presidencia y asesor legislativo del Senado de la República. Académico de la USACH. Miembro de la Comisión VI Congreso del Partido Demócrata Cristiano y autor del libro “La Democracia Cristiana y el crepúsculo del Chile popular”.
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