Por Guillermo Arenas Escudero, abodago.
Moscú fue la sede de un Festival Mundial de jóvenes al que concurrieron más de cien países.
El festival tenía larga tradición y prestigio. Anteriormente se habían realizado, por ejemplo, en Praga, Budapest, Berlín Oriental, Bucarest, Varsovia y en 1985, correspondió se hiciera en la mismísima Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS para occidente CCCP para los rusos).
Los debates más álgidos estuvieron marcados por la Guerra Fría, la descolonización de África y la lucha en los países que padecíamos dictaduras.
Desde la derrota de Estados Unidos en Viet Nam, hacía ya 10 años, Pinochet y la dictadura chilena monopolizaban todo el desprecio de la juventud en el mundo.
(No me extenderé porque este artículo trata de otro asunto, pero diré que los chilenos (alrededor de cien), todos del “interior” de Chile, donde picaban las jaibas, decíamos, fuimos vitoreados por largos minutos en un estadio para 100.000 espectadores, lleno hasta las banderas, en la inauguración y la clausura).
Un día del Festival fuimos inopinadamente espectadores de una discusión, al principio fuerte, luego implacable y finalmente feroz entre marroquíes y saharauis.
Lo increíble era que nosotros no necesitábamos traducción. La discusión la entendíamos perfectamente pues, si bien ambos lados hablan árabe como lengua natal, en la República Árabe Saharaui, que fue colonia de España, aún se habla castellano y en Marruecos el español es normal en la élite monárquica. Así, la disputa, con caracteres de riña, hasta desgañitarse se gritaba en castellano.
En un momento los marroquíes quisieron pasar de las palabras a las manos. Para sorpresa de todos, un joven saharaui que resultó ser su líder se puso de pie y sentenció: “Aquí no, aquí todos somos invitados” y, volviéndose a los marroquíes, les espetó: “…soy del Frente Polisario, les espero en el desierto, allá las palabras sobran…” agregó algo en árabe y se retiró con sus camaradas.
Demás está decir que esa noche moscovita en el Hotel Sputnik, la conversación sobre la disputa duró hasta el amanecer.
Mis amigos comunistas llevaron la batuta. Hablaban con ardor a toda prueba. Cabe decir que en Moscú ellos se sentían dueños de casa y la causa de los revolucionarios y de los combatientes por su independencia alcanzaba una sacralidad religiosa.
Uno de ellos conocía en detalle la situación de los territorios como el Sahara Occidental, además de la participación de los países del Magreb tradicional involucrados. (Magreb: donde, para el mundo árabe, se pone el sol: Marruecos, Sahara Occidental, Argelia, Túnez y Libia). Y haciendo gala de sus conocimientos, que los tenía, remataba: ¡“Desde las montañas de Atlas, hasta las costas mediterráneas!”
Alguien preguntó sobre la disputa de los territorios por los que combatían los polisarios.
Esta vez fue una camarada comunista quien tomó la palabra:
“Son territorios en que sus pueblos no pueden o se les ha impedido tener un gobierno propio.”
Sin tomar respiro agregó: “Son 17 los territorios no autónomos que deben ser descolonizados, como lo ordena la ONU,” y enumeró a los de nuestro continente americano:
Anguila, Bermuda, Turcas y Caicos, Monserrat, Islas Caimanes, Islas Vírgenes Británicas, Islas Vírgenes de Estados Unidos, todas en el mar Caribe, a los que debe agregarse, por ser americana, las Falklands Islands (Malvinas).
De los 17, 8 están en América, pendientes de obtener sus independencias y tener gobiernos propios o unirse a sus países naturales.
De todos, los saharauis son los únicos que combaten, como lo hicieron en Chile, nuestros Padres fundadores hace ya 215 años, con las armas en las manos. Baste recordar que los saharauis lucharon heroicamente contra la “Legión Española” que quiso exterminarlos, en plena dictadura de Francisco Franco.
De todo, lo que más rescaté, lo que más me impresionó, lo que más recuerdo y respeto, fue la disposición del joven saharaui que luchaba militarmente en el desierto del Sahara, por su patria, su pueblo y su territorio.
Los comunistas de esa noche concordaban en lo mismo. Seguro que tenían en su mente la pelea que dábamos en Chile.
Todo lo que relato, se debe a que, en plena fiestas de fin de año, (de este fin de año, de este fin de 2024) la Presidenta de la Cámara de Diputados y Diputadas de la República de Chile, en el ejercicio pleno de su cargo y dignidades, viajó a la ciudad con costa atlántica de Dakhla (Majla o Villa Cisneros para españoles y marroquíes) y proclamó su alegría, placer y apoyo a los marroquíes que ocupan esa ciudad saharaui.
Lo que al parecer no sabía la Presidenta de la Cámara Baja, a menos que se trate de una voltereta de aquellas que quedan a la vista hasta las amígdalas del artista, que una semana antes que Franco muriera (20.11.1975) España, con apoyo francés, el 14.11.1975, abandona el Sahara Occidental y se lo entrega a Marruecos y Mauritania, suscribiendo el ominoso “Acuerdo de Madrid”, lo que obligó al polisario a proclamar la independencia y declarar la guerra de independencia.
Karol, le volteó la espalda a sus camaradas españoles antifranquistas, a sus camaradas soviéticos, a sus camaradas chilenos en Moscú de aquella vez que relato. Que haya nacido dos décadas después de tan luctuoso y funesto acto, no mitiga su responsabilidad.
Con todo, tengo la esperanza de que Karol sea solamente una frívola y que el abuso de la utilización de la dignidad de Presidenta de una de las dos ramas del Congreso de la República, no pase más allá de tener que soportar una autoridad que, por suerte, dura hasta marzo del 2025.
Un detalle, Karol, por favor al menos googlee a Mohamed VI de Marruecos; corrupto hasta para los norteamericanos; de acuerdo a la Constitución ostenta el cargo de Amir al-Mu’minin es decir, ‘líder religioso de los fieles’; Rey y Profeta; como los franceses con los argelinos, ha dado muerte a combatientes y civiles saharaui desarmados, sus tropas han practicado el desentrañamiento o decapitación de mujeres; como los franceses con los argelinos, sus tropas han asesinado a niños cortándoles la garganta o golpeándose la cabeza contra las paredes; como los franceses contra los argelinos y como acá, en nuestra patria, en Chile, sus tropas han arrojado a los prisioneros de helicópteros a la muerte o sus cadáveres a la mar.
Comprenderá usted, Karol, las razones que tiene Argelia para apoyar a los saharauis.
Googleelos, Karol, googleelos.
Porque al menos no creerá que su admirado Rey de Marruecos, no tiene harem.
Guillermo Arenas Escudero
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales
Universidad de Chile
Abogado
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Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales
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