El cuerpo de Víctor Jara fue encontrado el día 19 de septiembre de 1973, en un terreno baldío cerca del Cementerio Metropolitano, con 44 impactos de bala y signos de haber sido golpeado.
El 11, había asistido a su trabajo en la Universidad Técnica del Estado. Allí fue detenido por tropas del Ejército de Chile, siendo posteriormente trasladado al Estadio Chile.
Ni Vìctor Jara ni su asesinato han sido olvidados.
La tarde-noche del martes 15 de septiembre, las Juventudes Comunistas de Maipú lo conmemoraron en el metro Las Parcelas.
Junto a elementos biográficos, y en medio de banderas y velas, regalaron a quienes pasaban a esa hora el poema que el artista escribió estando detenido, precisamente en el Estadio Chile:
Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.
¿Y Méjico, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.
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hará brotar el momento…
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