Por Jocelyn Durán Huaiquin, ingeniera y candidata independiente a la Convención Constitucional (Distrito 8).
Cuando dejamos de escucharnos y de mirarnos caemos en una trampa de la cual salir se vuelve mucho más difícil. Nuestro país, nosotros los chilenos, hemos vivido en distintas épocas de nuestra historia momentos de crisis en donde pareciera ser que la agresión y la intolerancia son las respuestas a los desafíos que se presentan. Pero así como hay algunos que quisieran que el quiebre se mantuviera, habemos quienes creemos que en las crisis se generan las oportunidades de cambio, para construir juntos un mejor país.
Hoy, a pocos días de la elección más importante de nuestra democracia, la cual recuperamos solo hace 31 años, vemos como la polarización por la falta de diálogo pone en riesgo nuestra sana convivencia. Sin embargo es del todo necesario validar que estamos en una crisis social, política e institucional, pues desde ese reconocimiento plantearnos que Chile necesita un cambio profundo es lo primero. Por ello veo en la democracia la respuesta y la oportunidad. Reconocer que nuestro modelo de desarrollo ha generado segregación y discriminación dado que nuestros representantes nos han fallado es algo que no podemos evadir, pues nos han mentido y han tratado pobremente, poniendo en riesgo el bien común, dañando nuestro tejido social. Don Humberto Maturana decía “todo ser humano para vivir requiere de otro ser humano, requiere un convivir fundamentado en el mutuo respeto, la honestidad, confiar en lo que estamos creando con otros seres humanos… cuando hablamos de democracia hablamos de eso, el tema es la mentira, el no cumplir los compromisos, el engañar” y dado el estado actual de nuestra democracia es preciso entender que solo recuperándola para el pueblo podemos convivir en paz sobre la base de nuestras diferencias sin nunca más volver a descuidarnos como comunidad, entregándonos la dignidad que como iguales debemos asegurar para cada persona que viva en esta nación.
La nueva Constitución nos ayudará a restaurar el equilibrio, a reconstruir nuestra confianza en el otro, a cambiar a un enfoque sostenible y sustentable, a mejorar el modelo de desarrollo con nuestra visión, con nuestra idiosincracia, con nuestra cultura, incluyendo el derecho a una buena administración pública para que el Estado haga bien las cosas, donde podemos igualar la cancha de verdad y cambiar las reglas del juego que hoy son del todo injustas y fueron hechas a la medida de un grupo reducido que se transformaron en privilegios inaceptables.
Ponernos de acuerdo y dialogar en la Convención Constitucional será entonces el primer paso para gestionar y concretar las transformaciones urgentes que el país demanda. El mundo cambió y Chile también despertó. No podemos seguir haciendo lo mismo para un Chile diferente, y para eso es importante que todos participen y se sientan parte de este proceso. Confío en que así será y siendo electa como Convencional Constituyente trabajaré para asegurarlo y así rayar la cancha a la clase política responsable de esta crisis. Recuperar la confianza no será fácil, pero renovando los espacios y pasando a un modelo de democracia participativa lo podremos lograr.
Un Chile más justo, digno e inclusivo hoy depende de cada uno de nosotros.
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