En un Lavado de Autos de Maipú, Bernardo nos contó la situación que enfrenta su familia que dejó en Haití. Realidad que le pesa cada día, cada kilómetro de distancia, y por la cual intenta reunir el dinero para volver.
Fotografía de Felipe Pino.
—Mi país tiene mucha el diablo. Su señora muy mal… —intentaba traducir al español una alegre joven haitiana llamada Mardochse.
Bernardo, haitiano de nostálgica expresión, nos contaba en créole la situación que enfrenta su familia que dejó en Haití. Realidad que le pesa cada día, cada kilómetro de distancia, y por la cual intenta reunir el dinero para volver.
Chile
Hace un año que su tía le regaló un boleto de ilusión, un pasaje a Chile. Un país que le brindaba la esperanza de un trabajo y dinero para su familia.
Se vino a Chile a pesar del costo que tendría que pagar: distancia, soledad, su integridad y su salud en un país desconocido, rodeado de personas que no comprendemos su idioma y viceversa.
Le pregunté:
—¿Qué es lo que más le gusta de Chile?
Y Mardochse tradujo de vuelta:
—Le gusta todo.
La casatrabajo
En un Lavado de Autos de la calle Rafael Riesco Bernales 407 hay una pequeña casa donde viven tres haitianos que trabajan en el mismo lugar: Mardochse, su hermano y Bernardo.
La casa cuenta con televisión, radio y cocina. En un corto pasillo que conecta la habitación de Bernardo con la sala, se encuentra el cuarto de baño donde solo hay un WC y un lavamanos. La “ducha”, una cañería expuesta que desprende agua fría, se encuentra en el dormitorio de Bernardo, en el que solo hay espacio para una persona de pie y su cama, fabricada por él.
En otra habitación duerme Mardochse junto a su hermano.
La jornada de trabajo va desde las diez de la mañana hasta las 19:30 aproximadamente. Los hermanos tienen un día libre a la semana y Bernardo ninguno, ya que trabaja extra debido a los problemas que su familia está enfrentando.
A los hermanos les pagan a siete mil pesos el día, mientras que a Bernardo diez mil. La diferencia es que Bernardo cancela alrededor de 60 mil pesos mensuales por vivir en el lugar y a los hermanos no se les cobra.
Yo: ¿Te gusta vivir aquí?
Mardochse: (con una sonrisa me responde mientras lava la loza) Yo poquito, más o menos, porque acá una casa trabajo, mucha gente.
Cuando Mardochse terminaba de lavar, ingresaron a la casa Bernardo junto al dueño del negocio.
Dueño: ¡Uy, si la historia de ellos es terrible! ¿Sabes por qué? Porque ellos [los hermanos] llegaron a Quilicura y un señor de la municipalidad vio que durmieron como tres o cuatro noches en un paradero de micros, no tenían donde estar. Vino para acá un día [el sr. de la municipalidad], porque era amigo de un niño haitiano que trabajaba acá. Y aquí los tengo a los regalones…”.
El dueño afirma que prefiere trabajar con haitianos porque son más responsables y honrados. Cuenta que en una oportunidad los haitianos encontraron en un vehículo 180 mil pesos y lo devolvieron a su propietario, mientras que los trabajadores chilenos acostumbraban a robar cosas de los vehículos que lavaban.
Caja de la esperanza
Mientras Bernardo trabajaba sin descanso en Chile, sus hijos y su esposa enfermaron en Haití.
El más pequeño de los niños falleció hace poco más de un mes, lo que marcó un antes y un después en el rostro de Bernardo, quien al enterarse sufrió de tal manera que fue a dar al hospital.
Hoy lo veo y sé que quiere ver a su familia, no quiere estar aquí, ni lavando autos ni dándome la entrevista, pero lo hace porque ve en esto la pequeña posibilidad de que alguien pueda gestionar su regreso a su país. No llora porque ya no le deben quedan lágrimas.
Hasta el momento no ha encontrado ni ayuda ni respuestas en su embajada. En la comuna existe un departamento de Diversidad que integra una unidad de Migrantes. Me acerqué a esta y en días posteriores visitaron a Bernardo. Él mantiene la esperanza de recibir una buena noticia.
Lamentablemente, y pese a mi insistencia, no obtuve respuesta de la Municipalidad de Maipú con respecto a una entrevista para hablar acerca del trabajo que realiza en este ámbito.
Frente a esta situación en particular, hoy encontramos en los locales de lavado cajas de cartón que dicen:
Colecta Voluntaria
“Ayuda a Bernardo”
Para viajar a Haití
(Fallecimiento de hijo) Gracias
Esta caja representa la esperanza para Bernardo, poder viajar a Haití y contener a su familia que le espera. Ahora cuatro hijos y su esposa. El quinto niño, el más pequeño, yo prefiero pensar que acompaña a su padre cada desierta noche en ese pequeño cuarto.
—Mi país tiene mucha el diablo. Su señora muy mal…—dijo Mardochse.
A pesar de todo, Bernardo pretende que su viaje a Haití no sea definitivo. Quiere volver a Chile para continuar trabajando y manteniendo a su familia desde la distancia, dispuesto nuevamente a aceptar el costo de lo que esto significa. Haciendo vista gorda de todo, sin contrato, sin resguardo social… Sin reclamar, simplemente aceptando y callando.
Periodista y comunicadora social en márketing. Vive en Maipú. Amante de la vida, los libros y los perros.
Erika reyes dice
Que. Pena como poder ayudarlo o visitarlo no hay un número o lugar físico donde poder ir a visitarlo para ver de que manera se puede organizar algun bingo o algo para juntar fondos??????
Anónimo dice
Rafael Riesco Bernales 407, es casi en la intersección con Primera Transversal.
Tambien me gustaria ayudar, como poder comunicarme con él. algun telefono? dirección?
Saludos.,
Rafael Riesco Bernales 407, es casi en la intersección con Primera Transversal.