Por Héctor Orellana Cortés. PhD (c) Geografía. Geocientífico. Maipucino. Candidato a constituyente distrito 8.
Para la creación de una constitución ecológica es importante remontarnos al primer intento de tener una mirada ecocéntrica y ética de la tierra, para eso debemos recordar la mirada pionera de Aldo Leopold, a fines de los años 40, en el escribe un ensayo sobre la ética de la Tierra, en donde él decía, que vivir en un pedazo de tierra, sin echarlo a perder, es la tarea más antigua de la humanidad. Con eso se refería a que el humano pierde su rol central dominador sobre la naturaleza y pasa a ser parte de ella, con esto Leopold nos daba a entender, que la naturaleza es nuestro hogar, por lo cual pensar que el sistema de conservación debe ser basado en un puro interés económico individual es un total desequilibrio. Situación que se ha visto en el caso chileno acrecentado, por un sistema subsidiario, por una propiedad privada que esta por sobre el medio ambiente y por una constitución, que sólo vela por vivir en un país libre de contaminación, que en la práctica es cumplir con las normas de emisión de distintas fuentes y sólo alude a la vida humana. Esto ha implicado hoy en día, que lo económico este por sobre el medio ambiente, situación que se vería revertida, si este último, se considera en los primeros artículos en la constitución, dado que estos son los que establecen los valores fundamentales del Estado. En donde se especifique al medio ambiente en igualdad de condiciones con los derechos económicos y que la propiedad no está por sobre ella. Junto con ello, debemos especificar que hay que poseer un medio ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que permita que las futuras generaciones en el contexto del cambio climático, tengan las condiciones a disfrutar de la naturaleza, el planeta y de las oportunidades que este brinda.