La derrota en la elección presidencial del 17 enero de la concertación, es parte de la crisis ética que se desarrollo durante 20 años, las repercusiones que se han generado no estaban previstas por nadie, el desconcierto y la falta de conducción para enfrentar el nuevo escenario son notorias, la falta de ideas y el acostumbramiento que había producido estar 20 años en el gobierno, todavía se dejan sentir a siete meses de la derrota.
El clientelismo convirtió los partidos en bolsas de trabajo, donde reino el nepotismo, la silla musical, la parientocracia, los operadores tendénciales, pago de favores etc. practica que todavía se realiza en los enclaves dirigidos por lideres de la concertación, fueron las cúpulas partidarias dirigidas por barones y príncipes de la política, las que durante estos veinte años desmovilizaron los militantes de los partidos, movimientos sociales, sindícales y ciudadanos, la concertación no creo las condiciones para que hubieran medios de comunicación alternativos que pudieran representar nuestras ideas, cultura e informaciones, que neutralizara la avasallante cantidad de medios comunicación de la ayer oposición y hoy gobierno
Los cambios que necesita la concertación o lo que queda de ella, no se resuelven con un simple cambio de estilo, o la celebración de un 5 de octubre lejano, nostálgico, con ausencias notorias. La hoy oposición necesita un cambio de timón, un cambio radical y profundo, que no se ha producido con el cambio de las cúpulas partidarias, que nuevamente están dirigidas por los mismos responsables de la derrota, un cambio seria algo que nos acerque a nuestras raíces históricas, recuperar la ética política que nos permitió ser gobierno, con nuevas ideas que nos permitan reencontrarnos con los ciudadanos.
La derrota les pertenece a las cúpulas partidarias y deben asumir sus responsabilidades individuales y colectivas, los militantes de base no son responsables del estado interno de los partidos, así como tampoco de la derrota electoral, y la tarea de ellos es recuperar y reconstruir las estructuras internas y recuperar la movilización social y ciudadana. Por esto es necesario abrir un debate de todos los partidos y movimientos que se sientan identificados con la oposición, sin exclusiones, democrático y participativo, que permita explicar la derrota y sus responsables, el necesario debate ineludible de los 20 años de gobierno de la concertación, para que a partir desde ahí poder construir una nueva propuesta, un nuevo referente, con un proyecto progresista, que reúna e interprete con ideas comunes un proyecto de sociedad y político a los ciudadanos en sus intereses colectivos e individuales, que se diferencie claramente del proyecto de la centroderecha.
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