Por Juan Pablo Rogers, Gerente General Funeraria Hogar de Cristo.
El próximo 26 de enero la Funeraria del Hogar de Cristo cumple 70 años. Una semilla de San Alberto Hurtado que germinó de manera póstuma —se fundó dos años después de su muerte—, pero que sigue el camino trazado por nuestro santo de dar dignidad, solidaridad y fraternidad a todo aquel que lo necesite. Incluso hasta después de la muerte.
El Padre Hurtado decía que “la muerte para el cristiano no es el gran susto, sino la gran esperanza” y ese es el legado que hizo suyo la Funeraria del Hogar de Cristo al prestar un servicio fúnebre digno para todas las personas junto con derivar todas sus utilidades a la obra social y solidaria que realiza la Fundación Hogar de Cristo.
Emblemáticos han sido algunos de nuestros servicios funerarios como el de Pablo Neruda (1973), los de las víctimas de la tragedia de Antuco (2005), el del antipoeta Nicanor Parra (2018) y los funerales de Estado del expresidente de la República, Patricio Aylwin (2016).
Un sello social que ha sido prioridad junto con la renovación de la empresa. Fuimos los primeros en reemplazar las carrozas tiradas por caballos por vehículos y desde hace poco, contamos con nuevas carrozas eléctricas.
Pero sin duda lo que nos impulsó a redoblar nuestros esfuerzos fue enfrentar el desafío del Covid, en 2020, brindando un importante acompañamiento tal como lo hicimos 63 años antes, cuando se desató la pandemia de influenza (1957) que infectó a un millón 400 mil chilenos y significó la muerte de 20 mil personas.
Por ello nuestro compromiso es mantener el legado de San Alberto Hurtado de seguir prestando un servicio fúnebre digno para todas las personas por los próximos años.
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