Intensas han sido estas semanas para la alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga. Tras el dictamen de Contraloría sobre el uso abusivo de recursos municipales en el realce de su imagen personal, se sumó la denuncia interpuesta por el Diputado de Revolución Democrática, Pablo Vidal, quien cuestionó a Barriga por el abultado gasto de su última cuenta pública, la que contempló la edición de un libro que parece más una sesión fotográfica, que un informe de la gestión anual de uno de los municipios más grandes del país.
Tildando como actores políticos “desconocidos”, que sólo buscan obtener ventajas a costa de su trabajo, era esperable que Barriga respondiera estas acusaciones, no siendo novedad que recurriera a su popularidad para victimizarse. Obviando los fundados cuestionamientos que evidencian el mal momento que pasa su gestión, la alcaldesa ha sabido diluir las fronteras entre lo mediático (el espectáculo) y lo político (el poder). Richard Sennett, destacado pensador contemporáneo, analizaba a fines de la década del 70 la crisis social suscitada durante la instalación del modelo neoliberal, donde el equilibrio entre la vida pública y la vida privada dejaban en entredicho la incidencia de la identidad individual en la toma de decisiones en regímenes democráticos.
Así la actual administración de Cathy Barriga en Maipú es un buen ejemplo de lo que previera Sennett hace tres décadas en El Declive del Hombre Público, ello tras la serie de polémicas que enlodan una gestión que no logra plasmar una idea clara de gobierno local. Conocidos son en esta materia los cambios que ha sufrido la plana directiva del municipio en los últimos meses, los que sin ir más lejos han implicado la renuncia de importantes asesores, dejando al desnudo la principal debilidad de la presente administración: su escasa experiencia política. Esta rotación de cargos claves dentro de la municipalidad en sólo un año y siete meses (ver infografía) no sólo deja la inquietud sobre lo que realmente pasó con el equipo político de esta alcaldesa, si no por sobre todo la duda sobre la existencia de un plan de gobierno.
Este tipo de cosas son las que llaman la atención de la gestión que intenta liderar esta Alcadesa, la que además de contar con un nutrido equipo audiovisual encargado de sus apariciones en prensa, hace dudar del dominio efectivo que tiene de los escenarios que hoy enfrenta el municipio. Es cierto que podemos encontrar matices en la relación personal de Barriga con el poder político que se le ha conferido, pero ¿qué pasa cuando impávidos vemos situaciones como las crisis en SMAPA o la CODEDUC?, ¿qué pasa cuando el único servicio sanitario público del país es incapaz de cumplir con su Plan de Desarrollo?, ¿qué pasa cuando la Dirección de Educación no transparenta adecuadamente el uso de recursos de la Ley SEP?
De esta manera, es legítimo pensar que lo que hoy está en juego en Maipú es su gobernabilidad, ya que ha quedado demostrado que su conducción adolece de un horizonte confiable que permita imaginar la comuna de los próximos 5, 10 o 15 años. Como primera autoridad Cathy Barriga no sólo ha demostrado no estar a la altura con sus polémicas, sino que tampoco ofrece un liderazgo claro para enfrentar los problemas que hoy son relevantes para el desarrollo de nuestra comuna.
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