Ayer el ministro del interior, Andrés Chadwick, en un discurso con voz emotiva, casi al borde del llanto a oídos de cualquier escucha, dio a conocer las resoluciones del último Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), convocado por el presidente Sebastián Piñera a efectos de proceder en virtud del fallo de la Corte Internacional de la Haya, que se dará a conocer el próximo lunes 27 de enero.
En la declaración Chadwick, carente de toda originalidad, se limitó a comunicar lo acertado de la convocatoria al Cosena, la importancia de la unidad y cohesión nacional y, por supuesto, a enfatizar que cualquiera sea el dictamen en Holanda, los Estados de Perú y Chile deben mantener relaciones armónicas y constructivas para los pueblos. Por supuesto, no se podía esperar otra cosa de un ministro de Estado. La declaración es acertada en lo formal.
Sin embargo, parece patético el tono mediante el cual se llevó a cabo dicha declaración. Un tono que no ha dejado a nadie indiferente. Las declaraciones de Chadwick acusan gravedad, solemnidad y emoción.
Un ministro tan importante como Interior, no puede darse el lujo de ventilar emociones tan libremente como Chadwick, precisamente porque la naturaleza de su cargo implica entregar señales de tranquilidad y templanza a la población. ¿Si el ministro del interior se quiebra ante las cámaras, entonces cómo impedimos que la población caiga presa del nacionalismo pasional e irracional, de tan lamentables consecuencias?
Por otro lado, un ministro del interior no puede manifestar, de buenas a primeras, una compulsión subjetiva frente a un fallo que se ajusta al derecho internacional. Este fallo, favorable o no para Chile, es el resultado de un proceso judicial que Chile ha validado, ante una corte que el país le ha reconocido competencia.
En tercer lugar, y quizás el más importante. Hay muchos otros problemas más dramáticos y urgentes que la resolución de la Haya. ¿Por qué a nuestros políticos no se les quebró la voz cuando los 400 mejores alumnos de colegios municipales obtuvieron menos del puntaje mínimo para ingresar a la educación universitaria? ¿Alguien emitió un discurso emocionado cuando en un consultorio de Cerro Navia apareció un rotulo que indicaba “Hoy no hay termómetros, si su niño tiene fiebre, debe traer el suyo”? ¿A qué ministro se le quebró la voz cuando en diciembre de 2010 murieron 81 reos asfixiados y calcinados en la cárcel de San Miguel?
[pullquote]¿Alguien escuchó a un ministro de estado elevar discursos emotivos cuando el ejecutivo y el legislativo decidieron regalarle a perpetuidad la explotación marina a siete familias?[/pullquote]
Peor aún, y tratándose específicamente de cuestiones de derecho marítimo. ¿Alguien escuchó a un Ministro de Estado elevar discursos emotivos cuando el ejecutivo y el legislativo decidieron regalarle a perpetuidad la explotación marina a siete familias, dueñas de empresas de pesca industrial en el país? Tal parece que para Chadwick y la clase política en general, los derechos de pesca de la familia Angellini son lo más grave y solemne de la República. En ello se juega la soberanía nacional.
Parafraseando un título del escritor checo Milan Kundera, La vida está en otra parte. Al señor Chadwick y a muchos compatriotas habrá que recordarles que la felicidad de los chilenos no se ubica en la Haya, está en otra parte.
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"La vida está en otra parte" es una gran novela. Buena columna, sr Tello. Gracias.