Recientemente La Batalla hizo pública una entrevista al director del nuevo hospital El Carmen, Sergio Torres. En esta, junto con aludirse a las bondades del próximo hospital para la comuna, se deslizó de forma tangencial el funcionamiento del reciento hospitalario, en sincronía con el modelo de salud chileno. Un nuevo hospital implica un esfuerzo importante de infraestructura y de recursos, sin embargo, no representa necesariamente una nueva concepción de la salud. En consecuencia, más allá de las construcciones faraónica y concesionadas, es oportuno preguntarse. ¿Cómo opera la salud en Chile?
En la práctica, la salud es un bien de consumo. Se rige según las reglas del mercado, es decir, mientras más dinero obtenga una persona, mejor salud puede comprar. El resto, aquellos chilenos que no tienen los medios para financiar sus gastos en salud, deben conformarse con el sistema público. Este ultimo posee tarificación según nivel de ingresos.
La salud solo es gratuita para aquellos grupos pertenecientes a los niveles A y B de Fonasa, es decir, para los chilenos cuyos ingresos imponibles sean inferiores a $210.000 mensuales. Esto es, de hecho, una salud segregada. Cuyo umbral y exposición difiere según la condición socioeconómica del paciente. En otras palabras, representa la negación de la salud como derecho social.
Un derecho social es un bien cuyo valor es tan fundamental que la sociedad debe entregar a todos por igual. Esto no se explica por un capricho socialista de regalar a diestra y siniestra. Muy por el contrario, si creemos en un modelo meritocrático, basado en entregarle a las personas una justa retribución por su merito y emprendimiento (parafraseando el ideario de derecha), resulta indispensable que sea el emprendimiento el que marque las diferencias, no las ventajas o desventaja que una persona hereda.
Si hay algo de lo cual una persona no es responsable y en cuya voluntad se ve superada, esto es precisamente su herencia socioeconómica y cultural.
Ahora bien, la única forma de permitir que las capacidades de un ser humano sean explotadas, no importando las desventajas iniciales, es entregando igualdad en materias tan sensibles como la salud. ¿Existe alguna posibilidad que un talento se manifieste y compita, si el dueño de ese talento fallece de una enfermedad prevenible y curable?
Es por ello que el Estado, en áreas especificas de la sociedad, encargadas de determinar las posibilidades de un ser humano, debe propender a la igualdad. Esto en un estándar que siempre será el más alto posible, porque a todos los incumbentes beneficia. Este es el secreto de la integración.
Lamentablemente, la salud como derecho, es un pendiente que nuestro país seguirá debiendo, sin importar sus gigantes hospitales, inaugurados con bombos y platillos.
* Profesor.
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