Michelle Bachelet acaba de iniciar su segundo mandato.
Para muchos su arribo se debe en un altísimo porcentaje al mérito personal, por sobre la influencia de los partidos políticos que le acompañaron durante la campaña. Es la Bachelemanía, que se instaló en la adhesión de miles de ciudadanos, así como se instala la imagen, la figura, el estilo de un rockstar.
Hoy entrará a la Moneda una presidenta inconfundible en su peculiar estilo, desde su figura, el peinado y la amplia sonrisa que le da cercanía con el pueblo, pero con ella entrarán también al palacio presidencial sus historias de vida, sus convicciones, su ideología socialista, su militancia, el recuerdo de su padre, el camino junto a su madre, su familia, en fin, entrarán a la moneda resonando en los tacones de sus pasos firmes, las esperanzas y las dudas de un segundo período presidencial y seguramente en muchos lugares habrá suspiros de emoción contenida por el regreso de Michelle.
También junto con su ingreso, se irán colando las ilusiones de tantos que sienten alivio del tiempo que se acaba y esperaron este momento para sentir que nuevamente importan.
No cabe duda que también se reinstalan esta vez, desafíos que quedaron anteriormente inconclusos y fantasmas que antes no existían, como las dudas de la actuación tras el 27F, como la indolencia y laxitud a la hora de enfrentar en su momento la revolución estudiantil que estaba tan cerca de los ideales de una sociedad más justa que proclama la izquierda, y cuya solución su gobierno terminó esquivando, expoliando y relegando para otro tiempo que no existía en la voluntad y sinceridad de su respuesta, y del norte y del sur también estarán presentes los ausentes de siempre, los pueblos originarios, condenados a vivir de la forma que nosotros queremos, con el despojo de sus tierras, sus raíces, su cultura.
Entrarán a la Moneda junto con Bachelet las historias glamorosas de sus cercanos, de sus camaradas de exilio que retornaron a la vida de buen pasar, estarán junto a ella en gloria y majestad, cientos y miles de militantes de izquierda, de la ex concertación, de la nueva mayoría, de los comunistas, de los que siguen soñando con un mundo distinto, de una oportunidad de trabajar por los más carenciados, por los más modestos, los abusados y relegados y ciertamente entrarán los que ven una oportunidad para perpetuar sus particulares intereses, los que ven con agrado el inicio o el término de una carrera política llena de halagos, honores, viajes, y estipendios generosos, a los que han vivido de la retórica, y de las constataciones de las miserias ajenas.
Buscará un espacio entre la multitud que cruce las puertas del palacio presidencial, la vergüenza de sistemas educativos, de salud y previsión, que se enquistaron alevosamente en el período de la dictadura y con los cuales en su robustecimiento se hicieron cómplices los adalides de nuestra feble democracia, estarán rondando la aureola celestial de la alegría temprana de la fiesta de Michelle y la nueva mayoría en las primeras horas de su regreso.
Pocos podrán quedarse afuera, mirarán una y otra vez el martilleo de imágenes televisivas que producirán cuadro a cuadro, el cuento de hadas en el que el reparto está casi completo.
En medio de todos estará Michelle, conviviendo y compartiendo con sus más cercanos, con los que tienen pensamientos valorativos comunes o distantes, pero que están cerca de su regazo, porque de su brazo pueden entrar todos, todos se necesitan, la altura del poder los necesita unidos, ella también sabe que sus movimientos y sus apoyos políticos están constreñidos y balanceados por las cuotas de poder.
Por tantos injustos sacrificios de generaciones olvidadas para un tiempo mejor, es de esperar que haya atisbos de un intento verdadero. Esa es al final toda la esperanza.
Maipú, la Ciudad feliz con el regreso de Michelle:
Le fue bien a la futura presidenta en la adhesión ciudadana en una de las comunas con mayor población electoral del país.
En medio de la elección presidencial de primera y segunda vuelta que la llevarán a lucir la banda presidencial Bachelet estuvo en varias ocasiones en la comuna, muy consciente del peso electoral de Maipú.
La pasión desbordante en el paroxismo de las huestes bacheletistas en Maipú, han quedado reflejadas en grupos de “clones” de la futura presidenta, y en las muestras de contemplación y aprecio que despertó entre sus partidarios, declarados Bacheletistas como el propio edil de la comuna.
Que todo sea bueno para Maipú.
Así sea.
La Batalla, de Maipú hacia el Mundo.
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