[Editorial] Elecciones políticas del 0,3% en Maipú

En un corto período de tiempo (fines de mayo y primera quincena de junio 2014) se han efectuado tres elecciones para elegir directivas de partidos políticos teniendo la comuna de Maipú un rol protagónico por motivos y situaciones de distinta naturaleza.

Han tenido sus elecciones internas el Partido por la Democracia (PPD), Renovación Nacional (RN) y el partido Demócrata cristiano (PDC).

El PPD y RN convocaron en Maipú a una cantidad muy exigua de militantes, que si bien les han permitido cumplir con la legitimidad de sus procesos eleccionarios, dejan una gran incógnita respecto de la representatividad interna de las dirigencias de los respectivos conglomerados.

Una carta de presentación algo más decorosa presenta tras su acto eleccionario la Democracia Cristiana ya que un porcentaje cercano al 30 % de su padrón electoral concurrió a votar el reciente domingo 15 de junio.

En su momento Renovación Nacional puso a prueba a dos sectores que representados uno por el entorno de la familia Almendares y otro por los cercanos al concejal Torres (aunque ambos curiosamente no lo asumen así), disputando una elección a ratos bien ruidosa y vehemente, pero a la que finalmente en la comuna de Maipú, llegó a votar un muy reducido número de militantes (alrededor de un centenar).

El resultado esta vez favoreció al “sector Almendares”, instalando en la comuna de Maipú a una directiva afín a sus proyectos y ganando de paso la elección distrital y el cupo mayoritario de consejeros regionales.

El PPD por su parte, tuvo una elección sin mayores sobresaltos donde no existió -ni ha existido- una confrontación con mucha sustancia ideológica o programática, sino más bien la réplica de elecciones anteriores donde los sectores que tradicionalmente se disputan los cargos directivos se identifican con la “bajada” de tendencias de nivel nacional o personajes del partido, que terminan enfrentados a otro sector más testimonial algo más alejado de las cumbres del poder.

Ganó la elección del PPD la lista encabezada por la asistente social Gabriela Chávez, que no obstante los poco más de 100 votantes, se impuso con holgura a su contendor Andrés Paredes.

La Democracia Cristiana fue por lejos, con sus 820  votantes del padrón comunal, de algo más de 3 mil militantes, el conglomerado más numeroso en esta serie de elecciones comunales (como dicen algunos de sus máximos dirigentes locales, la comuna con mayor votación en el país dentro de la DC).

La contienda tenía el interés de un enfrentamiento en las urnas de dos liderazgos “made in Maipú”, con repercusiones a nivel no tan solo local, sino regional y nacional.

Por una parte un sector encabezado por el alcalde de la comuna Christian Vittori y en la otra posición el consejero regional Freddy Campusano.

Maipú al parecer, con su votación, fue decisivo para dar el triunfo al sector liderado por el edil, merced a una estrategia que incorporó como el mayor “recaudador de votos” al candidato a la presidencia comunal de Maipú el ex alcalde Herman Silva, una marca registrada que marcó una notable diferencia con sus contradictores que fueron muy creativos, pero carentes de redes internas que les aseguraran una adhesión mayor de sus camaradas de partido al momento de marcar sus preferencias.

De este modo ganó fácil Herman Silva la disputa local, adhesión que sin duda tuvo un correlato en los sufragios de la gran disputa regional donde muy claramente la votación de Silva se repitió a favor de Vittori.

Algunas consideraciones de estas elecciones en Maipú

No deja de llamar la atención que tres partidos políticos con cierta raigambre en la cultura política nacional y local, en conjunto convoquen apenas a un millar de personas, que representan alrededor del 0,3% de los ciudadanos inscritos para votar a en Maipú.

Los destinos de la DC como del PPD (partidos integrantes de la Nueva Mayoría), quedan en la comuna de Maipú en manos de liderazgos tradicionales, mayores, que bien representan un reconocimiento a trayectorias personales o simplemente son la expresión de una crisis severa de renovación de la política e indiferencia de generaciones de recambio.

Puede resultar importante que los partidos (todos) inicien un proceso de saneamiento y sinceramiento de sus padrones de militantes, a pesar del riesgo de quedarse más solitarios aún.