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Chile está en un trance histórico, los ciudadanos redactarán una nueva Constitución, esta nos regirá los próximos 30 o 40 años y el eje ecológico/antipatriarcal debe ser transversal a ella, eso es urgente. Globalmente, como humanidad estamos inmersos en una crisis civilizatoria, que cuestiona todos los principios que hasta hoy había conocidos como “normales”: nos enfrentamos al reto de corregir el rumbo de nuestras vidas para evitar un colapso ecológico, social, cultural y civilizatorio.
El Movimiento Ecologista lleva más de 60 años alertando sobre la imposibilidad de un crecimiento infinito en un planeta limitado, denunciando las acciones de empresas transnacionales y nacionales; y también, a los mismos Estados, como la otra cara de la moneda del despojo a las comunidades y la destrucción de los territorios.
Las relaciones de género, son una pieza crucial en las transformaciones asociadas, tanto a la crisis ecológica que vivimos, como también a los ámbitos de la vida privada y pública.
Es imposible concebir la igualdad de derechos, condiciones y oportunidades de las mujeres y hombres, sin tratar de erradicar la extrema explotación de los territorios y de los cuerpos de todos los seres humanos, seres animales no humanos y ecosistemas.
Al mismo tiempo, las mujeres del hemisferio sur, son una de las más afectadas por el deterioro de la biósfera, la contaminación de sus comunidades y el despojo de elementos naturales como: el agua, el suelo y la biodiversidad. Estos deterioros impactan en las vidas de las mujeres, aquellas que cuidan de otras personas, aquellas que son las reproductoras de los huertos familiares, aquellas que crían día a día a niños, niñas y adolescentes.
Los efectos de la crisis ecológica que sufrimos, deben entenderse como multidimensionales y reflectantes de las relaciones tanto de género, como sociales, culturales y económicas. Estos efectos radican en el sistema patriarcal mismo y no solo atacan a las mujeres, sino que a todo ser que no esté dentro de los parámetros de la categoría «hombre, blanco y occidental».
Este 8M, más que nunca debemos recordar que si no ganamos la lucha ambiental, todas las demás luchas están perdidas, sin planeta donde ejercer nuestros derechos y vivir nuestras vidas, es imposible poder seguir adelante como civilización y como especie.
Sin agua bebestible, sin suelos que cultivar, sin aire limpio que respirar, sin derechos y soberanía alimentaria saludable y libre de tóxicos, no podremos sobrevivir. La acción Eco-feminista es urgente ante la crisis que hoy enfrentamos no solo como civilización, también como seres vivos, la vida está en juego.
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CLAUDIA FUENTES LIZAMA
PARTIDO ECOLOGISTA VERDE
Pacto Partido Ecologista Verde
Egresada de Ciencias Políticas
Programa
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