[dropcap color=”#447226 ” type=”square”]Un accidente automovilístico con resultado de muerte. Un joven que maneja ebrio, hijo de un Senador de la República intenta burlar la justicia, se arranca, se esconde, lo pillan y lo someten a proceso, como a cualquier ciudadano en Chile. Como a usted o a mí; pero comienzan las rarezas, un médico que falsifica la autopsia, un padre que se pasea por los distintos canales de TV anunciando a los cuatro vientos, que su hijo es inocente y que está siendo juzgado sólo por ser hijo de quién es: un Senador y terrateniente, dueño de una de las mayores fortunas del sur de nuestro país. Pobrecito, una víctima de quienes piden justicia.
Una mujer pobre, casi iletrada, con dificultad puede escribir su nombre. De una vida ausente de oportunidades para realizar su proyecto vida, ese con que tal vez soñó en su pobre infancia. Recibe la visita de unos caballeros de buena ropa y buen perfume, le ofrecen una pequeña cantidad de dinero que a ella le parece que le permitirá comprar un mundo entero. Un viaje, un desistimiento ante un proceso judicial iniciado, que buscaba sancionar legalmente al responsable y nuevamente un rico de este país, elude a la justicia. Nos deja entonces el sabor amargo, al constatar una vez más, que la serie de normas que regulan nuestra convivencia, no es válida para todos.
Sencillo, simple. Todo es parte de un sistema que sigue privilegiando a unos pocos. Es por eso que cuando este pretende hacerse un poco más justo, los poderosos salen en hordas a defender sus privilegios; lo están haciendo ahora al decir que la Reforma Tributaria, que persigue el gobierno, perjudicará a los que menos tienen y ellos entonces, alzan sus voces por los desprotegidos ¿Usted les cree? ¿Usted piensa que nosotros les interesamos? Basta ver de una de las formas en que ellos establecen sus privilegios, comprando como lo ha hecho el Sr. Larraín, Presidente de Renovación Nacional, la conciencia de una mujer carenciada.
No ha hecho nada ilegal Larraín. En realidad es difícil que los poderosos caigan en ilegalidades ya que las leyes civiles y penales fueron hechas por los grupos de poder. Mas aún así, si las trasgreden les queda una segunda instancia, pues “la plata arregla todo” y hay que soltarla sólo cuando es necesario.
Hay otras instancias que se usan cuando se busca la igualdad, son más sangrientas y dolorosas. Nosotros también las conocemos.
Por ahora, no compremos el cuento de que ellos nos defienden y apoyemos la Reforma Tributaria, que busca emparejar la cancha, distribuyendo mejor los ingresos y apoyando más la educación. Mientras tanto, seguiremos viendo como la justicia pasa de largo, porque “la plata arregla todo”.
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