1.- La única palabra prohibida en una serie o película sobre zombis sería precisamente “zombi”. El motivo es claro: en éstas el surgimiento de los zombis genera un caos social apocalíptico provocado en buena medida por la ignorancia sobre el fenómeno. Hay que suponer que esa sociedad no tiene conocimiento, ni siquiera nombre para el fenómeno, en caso contrario podría de alguna forma contrarrestarlo.
2.- Desde que George Romero estableció en sus películas los convencionalismos del género éste ha gozado de un éxito inusitado. Tito Matamala, por ejemplo, cuando hace su crónica sobre el terremoto del 2011 y el caos que le siguió no halló nada mejor que titular a su libro La noche de los muertos vivientes, aludiendo a uno de los filmes clásicos de Romero. No se puede imaginar mayor éxito, el mito sirve para explicar la realidad; parafraseando a Borges, no podemos imaginar el mundo sin zombis. Las observaciones 3, 4 y 5 tratarán de explicar este éxito.
2.1.- “Explicar” suena demasiado ambicioso. Digamos que las observaciones 3, 4 y 5 buscan dar alguna idea de dónde podría estar la gracia especial del género zombi. De dónde podría estar esa gracia para mí al menos.
3.- Los zombis sirven como metáfora de la sociedad de consumo. Ésta nos estimula a que de manera irreflexiva sólo pensemos en consumir productos, dejando de lado la reflexión sobre este consumo, así como cualquier reflexión amplia o de corte filosófico-existencial. El propio George Romero ha señalado esto, de modo que esta nota 3 no es ninguna novedad. Incluso en una de sus películas, El Amanecer de los Muertos, Romero pone a los sobrevivientes del holocausto zombi en la azotea de un centro comercial. Todos los zombis que llegan a ese centro comercial lo harían porque de alguna forma rememoran su vida de consumidores. Despojados de su racionalidad, las criaturas sólo recuerdan que en su vida pasada se dedicaban a comprar.
4.- Las películas de zombis no se tratan sobre los zombis, sino sobre aquellos que sobreviven en una sociedad en que el Estado ha colapsado. Puestos en esa situación, ¿qué aflorará?, ¿la nobleza del ser humano o el demonio que habita en cada uno de nosotros?, ¿los seres humanos serán solidarios o crueles e individualistas? Se sigue de esto una reflexión estremecedora, ¿nos comportamos de manera adecuada y más o menos solidaria por convicción o simplemente porque hay un Estado que amenaza con usar la violencia en nuestra contra en caso contrario? ¿Cuántos seríamos miserables o crueles si sabemos que nadie nos va a sancionar?
4.1 Amerita recordar una secuencia de “Los Hermanos Karamazov”. Iván plantea que “si Dios no existe, todo está permitido”, ya que es la creencia en Dios lo que fundamentaba la moral hasta el siglo XIX. La frase causa sensación en ciertos círculos rusos. En una conversación posterior Iván plantea que “el Estado debe convertirse en Iglesia”, es decir debe convertirse en la institución que concentre las fidelidades y el sentido de pertenencia que la religión concentraba antes. Pasado más de un siglo podemos señalar que tal proceso fue exitoso: la adhesión de los individuos al Estado vino a reemplazar la adhesión a las religiones. De ahí que podríamos poner en boca de Romero la paráfrasis obvia: “si el Estado no existe, todo está permitido”.
4.2 George Romero no es el único en plantearlo de todas formas. Algo de eso hay en “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago. Ahí también el Estado colapsa y entonces todo está permitido. Aflora entonces lo peor del ser humano, el ya mencionado monstruo que nos habita. Ustedes podrán recordar películas con temática similar. Parece ser un signo de estos tiempos, tras doscientos años de fortalecimiento de los Estados y de su concentración de las fidelidades parecemos asistir a un retroceso en este sentido.
5.- Nueve años después del estreno de “La noche de los muertos vivientes” fue registrado el último caso de viruela contraída de manera natural. La viruela es una de las tantas enfermedades contagiosas que se cobraban miles de muertos en el mundo todos los años. Los que sobrevivían quedaban con marcas para toda la vida. La erradicación de esta enfermedad marca simbólicamente un cambio de niveles seculares relacionado con las causas de muerte de la humanidad.
Hasta hace no mucho las personas padecían enfermedades altamente contagiosas, con altas probabilidades de muerte y que deformaban los cuerpos. La humanidad recogió el terror que estas enfermedades provocaban; está en las draconianas medidas que la Biblia prescribe para la lepra, en el pánico que en la Baja Edad Media provocó la Peste Negra, en el miedo que provocaba el surgimiento del tifus en los Campos de Prisioneros de la Segunda Guerra.
Si pensamos en las películas de zombis notaremos que los muertos vivientes tienen mucho que ver con estas enfermedades: sus movimientos recuerdan los efectos de la poliomielitis, su podredumbre a la lepra, su contagiosidad a las pestes, su violencia e impulsividad a la rabia. Pareciera que justo cuando estas enfermedades comenzaron a abandonarnos y su terror ya no resultaba real, alguien tuvo el genio de proyectar ese horror en el cine, para que no olvidemos que la palabra “enfermedad” por siglos fue sinónimo de terror en la humanidad.
* Profesor de Historia y Geografía. Ajedrecista.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de cada autor/a y no representan necesariamente la línea editorial de laBatalla
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