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“Chercán”: la asociación cultural que levanta vuelo en Maipú

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Tiempo de lectura: 3 minutos

Conversamos con Catalina Guzmán acerca de “Chercán”, una asociación cultural que levanta vuelo en Maipú.

Fotografías de Felipe Pino.

El chercán es una avecilla inquieta presente en toda la comuna, desde la punta de una reja en Segunda Transversal, pongamos, hasta la Quebrada de La Plata.

“Es un pájaro muy chorizo, que no le teme al humano”, destaca Catalina Guzmán, audiovisualista con quien conversé en la plaza, hace ya algunas semanas.

Catalina lidera una asociación cultural que levanta vuelo en Maipú. Pronto obtendrán personalidad jurídica.

Los atributos del Chercán son extrapolables al carácter que, reunión tras reunión, sus integrantes —dieciséis personas, 9 mujeres y 7 hombres—, vienen ideando desde septiembre de 2016 para la organización, en cuanto “a generar un foco de desarrollo cultural descentralizado, trabajando desde los sectores menos considerados, desde sectores periféricos, donde la cultura resiste ante lo ajeno. Nos proponemos ser un impulso para la construcción de una sociedad chilena social y culturalmente consciente y empoderada desde las comunidades locales”.

“Lo que nos interesa es trabajar desde la gente”, resume Catalina.

Aunque están recién comenzando, visualizan varios proyectos para el 2017, entre ellos talleres de diversa índole “que estén fuertemente relacionados con cada realidad cultural en la comuna de Maipú”.

Catalina siente que el trabajo desplegado por la municipalidad en este ámbito “no tiene que ver con Maipú”. “Me he dado cuenta —dice— de que todo esta centrado en la plaza. Lo otro es que no sé si traerán muchos artistas maipucinos en Maipú… No veo una identidad cultural en la comuna, qué es ser maipucino”.

Ella vive en el sector de Las Acacias, que está justo en el límite entre San Bernardo y Maipú. Y que aunque está ubicado en San Bernardo, se encuentra orientado hacia Maipú, en tanto sus habitantes vienen acá a comprar y a hacer sus trámites, por ejemplo. El agua que reciben, de hecho, es de SMAPA.

Espacios

En todo caso, Catalina representa a muchas y muchos jóvenes de Maipú y de otras comunas que se desplazan hacia el centro de Santiago en busca de una oferta cultural atractiva. Ella se mueve en un sector que podríamos encuadrar entre el GAM y la Quinta Normal, y que incluye por ejemplo el Barrio Yungay.

Ha leído prosa poética en el Bar Chancho Seis, y asistió durante años a un taller de literatura erótica en la Biblioteca de Santiago.

Le ha sido difícil hallar espacios como esos en Maipú, y es uno de los propósitos de Chercán propiciarlos.

Le encantaría, por ejemplo, un festival de cine, “en el que pudiera participar la misma gente de Maipú que haga documentales”.

“A mí lo que me interesa igual del audiovisual —comenta— es decir que no es necesario estudiar en la U para ser un documentalista, y el caballero que está aquí barriendo la plaza también puede hacerlo. Hoy están los celulares… da lo mismo, se puede hacer con cualquier cosa una obra audiovisual. Eso es lo que me interesa, que el arte venga de otras personas, no de los mismos de siempre, no desde la intelectualidad tampoco, que eso está muy manoseado”.

Mujeres

Le pregunto a Catalina por qué hay más mujeres que hombres en “Chercán”. Hay más mujeres que hombres en el mundo, sí, pero suele hacerse difícil hallar exponentes mujeres del rock maipucino, por ejemplo. Aunque asumo que el problema parte por el que busca…

“El problema radica en que esta es una sociedad patriarcal —responde—, entonces la mujer siempre ha sido rezagada a un segundo plano. Entonces, en el arte, ¿qué nos cuenta la historia?: que son los hombres los artistas, los pintores, los músicos. Las mujeres son sus musas, o son la madre de o la hija de… o la amante de… No hay mujeres en la historia, a nosotras en el colegio no se nos enseña a las mujeres, nos enseñan a Picasso, a Goya, que son puros hombres. La mujer tiene que estar constantemente validándose ante lo que hace”.

“Entonces eso pienso que genera un miedo. Que no es algo que una vaya a aceptar o a asumir (“yo soy mujer y tengo miedo”). Pero hay un miedo a ser juzgada, siempre, porque eso es lo que la sociedad te hace a ti, siempre te están juzgando por ser mujer, porque como eres mujer cumples un rol, que más encima está naturalizado: porque eres mujer tienes que ser mamá, porque eres mujer tienes que cumplir ciertas actividades y tener ciertas habilidades, lo que es una cuestión absurda.

“Es difícil salirse de ese rol: la familia, el hombre, los hijos, todo te atrapa”, cuenta Catalina.

“Entonces, el giro debe ser intenso y debe ser en la cultura y no solo en la política”, opinan en Chercán.

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