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Bolivia y una salida al mar

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Entre marzo y abril de 1879, el Ejército de Chile ocupa San Pedro de Atacama. Después de  la Guerra del Pacífico, Chile queda en posesión de “la Puna de Atacama”, con el Tratado de Ancón en 1883.

En marzo de 1884, el gobierno argentino comunica a Chile, que dicho territorio todavía estaba pendiente por limitar, entre Argentina y Bolivia. Chile contestó que: Bolivia seguía siendo dueño de “la Puna”. Es así que un año después, el coronel Moisés Lozano, de Bolivia, ocupa y anexa el lugar en cuestión, a la zona de “Pastos Grandes”. Y en 1886, ante una “reclamación” de Bolivia, Argentina desalojó las autoridades bolivianas. Luego, dos destacamentos chilenos, ocupan el área. Además Antofagasta de La Sierra y Carichipampa; ante lo cual Bolivia dicta una “ley” en mayo de 1886, reclamando dichos territorios; y ante la reacción de Chile, el 2 de agosto de 1887, Bolivia firma un protocolo restableciendo el “status quo” ( estado anterior en que se encontraban las cosas. Principio inspirador en la política internacional de “no romper su equilibrio”). El 10 de mayo de 1889, Argentina y Bolivia, firman un “tratado secreto” (Tratado Quimo Costa – Vaca Guzmán). En donde Argentina renunciaba a la región de Tarija, a cambio de la cesión de Bolivia de “la Puna de Atacama”; tratado que se ratifica recién en 1893.

Chile toma conocimiento tres años después, y lo rechaza por encontrarse el territorio, en posesión militar chilena, negándole a Bolivia pactar sobre el mismo. Argentina argumenta que, el “pacto de tregua de 1884”, no mencionaba a “la Puna”, y que la “ley Chilena” creada por el Departamento de Antofagasta en 1888, no tenía “valor internacional”. Y separa su litigio en dos, contra Chile y contra Bolivia.

Con fecha 19 de mayo de 1891, Bolivia y Chile, firman “el Protocolo de Matta – Reyes Ortiz, que establece el dominio definitivo,  del territorio ocupado por Chile, en virtud del “Pacto de Tregua”; incluyendo la soberanía chilena sobre “la Puna de Atacama” a cambio de deudas impagas de Bolivia hacia Chile. El 24 de marzo de 1899, se llega a un “acuerdo” mediante votación, por los delegados de ambos países, Mac Iver de Chile y Uriburu de Bolivia, más el delegado árbitro de Estados Unidos William Buchanan.

El “Tratado de 1904”, entre Chile y Bolivia, queda en los siguientes términos, ya que Bolivia pierde el acceso al mar de manera política y soberana. Sin embargo, Chile se compromete solemne  e indefinidamente a:

– Favorecer el tránsito de mercancías bolivianas a otros mercados.

– Para tal efecto construye el “Ferrocarril” que une el Puerto de Arica con la ciudad de “La Paz”, a costa del presupuesto de Chile. Construyendo además la línea del “ferrocarril de Uyumi de Potosí”, y “el de Oruro  y Cochabamba en La Paz” y de “Santa Cruz”.

– De esta forma, se garantizó el traslado de “mercadería libre de impuestos”, ya sea que salga o ingrese a Bolivia; dándole entonces al vecino país, el más amplio y libre derecho de comercialización a través de los puertos de Pacífico en Chile.

– Además, en aquella fecha (siglo XIX), Chile cancela, a modo de indemnización 300.000 libras, pagadas en dos armadas (2 cuotas); y además cancelando toda la deuda que mantenía en ese entonces, Bolivia hacia Chile. Este “Tratado” se termina de ratificar el 11 de noviembre de 1904, por el Presidente don Ismael Montes, y se convierte en ley por el congreso chileno el 4 de febrero de 1905, al día siguiente se ratifica por la Presidencia, y el día 10 del mismo mes, se ratifica por Bolivia.

El “Acuerdo de Charaña”

Las relaciones diplomáticas chileno-bolivianas, se habían suspendido en 1962.

En 1975, tiempo de “dictadores” en ambos países (y en Sudamérica), en Bolivia el General Hugo Banzer, y en Chile el General Augusto Pinochet se reúnen para tratar los problemas limítrofes. La importancia de este encuentro, en el “Acuerdo de Charaña”, se debe a la propuesta  planteada por  Chile, que apuntaba a terminar definitivamente con el problema de mediterraneidad de Bolivia; el que consiste en la cesión de tierras chilenas, de una franja que va desde el océano Pacífico hasta el norte de Bolivia, con absoluto dominio político, administrativo y soberano.

Siendo aceptado por Banzer, es rechazado por el Perú (que en esos años era gobernado por el General Juan Velasco Alvarado). Como  este vecino del norte no acepta el tratado, es inconsecuente la posición de “hermandad”  vociferada  a favor de Bolivia; tal vez porque aún en Perú se agitan voces anti-chilenas, en el utópica aspiración a recuperar tierras perdidas en la “Guerra del Pacífico” (como es el caso de Tarapacá), no han medido que en aquella cruda y sangrienta guerra, Chile adentró y conquistó con sus tropas  la “sierra” llegando hasta Lima; sin embargo estas regiones le fueron devueltas a nuestros vecinos peruanos.

Son los intereses egoístas de Perú, los que no han permitido la salida de Bolivia al Océano Pacífico. Bolivia (y también Perú), han buscado a través de la ONU y los Tribunales de La Haya “borrar con el codo, lo que se escribió con la mano”. Han pasado más de 100 años de los “tratados”, y aún siguen lamentándose, y buscando culpables,  para justificar los problemas internos como países en vías de desarrollo.

La actual situación está basada, en la inestabilidad de los gobiernos, la mala administración de los mismos,  la corrupción  generalizada, la  apropiación  indebida,  mediante  argucias  legales de las  transnacionales devastando  nuestros suelos  y  aguas. Chile  no  es culpable  de  la  pobreza  de nuestros pueblos.

Chile no es causante de sus males. Bolivia olvida el perdonazo de su deuda, olvida la indemnización de 300.000 libras, olvida la construcción de “ferrocarriles” que aún se mantienen con salida al mar, no cancelan impuestos en su comercialización. Perú, olvida que Chile podría ser hoy, hasta Lima; y les fue devuelta. La actual situación está basada, en la inestabilidad de los gobiernos, la mala administración de los mismos,  la corrupción  generalizada, la  apropiación  indebida,  mediante  argucias  legales de las  transnacionales devastando  nuestros suelos  y  aguas. Chile  no  es culpable  de  la  pobreza  de nuestros pueblos.

Chile también, y mucho más que en tierras de nuestros vecinos, es golpeado por una desigualdad socio-económica abismante. Somos el primer país en el mundo  en desigualdad  de ingresos;  no podemos  culpar  a  Argentina,  porque  nos  quitaron parte de la Patagonia,  cuando  Chile  recién terminaba en el norte la Guerra del Pacífico. Sería ridículo  culparla de nuestros conflictos actuales,  por  algo  que  lleva  más  de  100  años. Seguir avivando odios, cuando  todos los pueblos nos encontramos bajo el mismo yugo. Aquellos que dejan su patria, en busca de un trabajo o un mejor futuro, en su gran mayoría, son los que lo han hecho todo, por vivir dignamente sin sobresaltos, sin hambre, sin abandono, pero no le ganaron a las circunstancias.

Es el “sistema capitalista globalizado”, separado siglos luz del “humanismo”, el que nos arrastra a la miseria. Debemos despertar de la “idiotez”, si cuando fabrican guerras, son los mismos financistas de “la bolsa” los fabricantes de armas. Los pueblos se empobrecen, sufren, se liquidan. Los que van a una guerra son los pueblos, y la riqueza más insustituible… “los jóvenes”, nuestros hijos.

Al frente de la guerra no van los generales, ni los grandes magnates, ni los gobernantes, ni los hijos de ellos. No es su descendencia la que vuelve mutilada,  los que retornan discapacitados de cuerpo y mente, son nuestros hijos los que mueren. Nuestros hijos los trajimos al mundo para construir, para crear, para aprender, para crecer y compartir la vida con otros, para ser felices con lo que cueste la vida, pero con oportunidades iguales para todos. Recordemos que nuestro planeta, ha sufrido enormes cambios provocados por la naturaleza, y el hombre ha emigrado de un lugar a otro buscando su sustento, ya sea por agua, por semillas o animales. Hace 4000 años los aymaras no ocupaban el altiplano (si no me cree, lea, busque, investigue, estudie).

Es, por decir lo menos, estúpido que yo quisiera recuperar las tierras de mis abuelos, bisabuelos; si ellos administraron, vendieron, permutaron, abandonaron o cedieron terrenos. Con lo que tenemos hoy, fabriquemos el mañana. Cimentando las bases, los mejores acuerdos es donde todos ganan. Tal vez se gane menos, pero ganamos todos. Los capitalistas, no tienen patria. Solo ven en donde sus cifras aumenten, los gobiernos usan las “fuerzas” para someter a sus pueblos y defender los capitales, y América del Sur es el mejor ejemplo. Por eso, bolivianos, peruanos, argentinos, colombianos, venezolanos, ecuatorianos, chilenos, sudamericanos. Todos, “TRABAJADORES DEL MUNDO UNÍOS”.

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