Arauco tiene un problema

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Todos los países inventan la falacia de la nación, esta falacia solo se sostiene cuando no hay consciencia de otra nación al interior.

El martes 6 de agosto del año en curso, apareció el cuerpo sin vida del joven activista mapuche Rodrigo Melinao. Los informes de prensa indican que el occiso de 26 años (vinculado a grupos insurgentes mapuche) fue asesinado con una escopeta a corta distancia. El Estado chileno, con mas obligación que entusiasmo se hizo parte de una querella por el asesinato.

De cuando en vez, apreciamos desde la destemplanza de Santiago, episodios de violencia en la Araucanía. Tal parece forman parte del folclore nacional.

Sin ir más lejos, la primera ventolera que azotó al gobierno de Sebastián Piñera, en el lejano año 2010,  fue la de mapuche en huelga de hambre, procesados por la ley anti terrorista. El rostro visible de aquel movimiento fue la carismática Natividad Llanquileo, pronto olvidada por Camila Vallejo.

¿Podemos develar algunas luces sobre la situación de la Araucanía?

Empecemos arbitrariamente por la “pacificacion de la Araucanía”, nombre que recibe el proceso acaecido en la segunda mitad del siglo XIX, mediante el cual el Estado chileno anexa los territorios ubicados al sur del río Biobío, hasta entonces de autonomía mapuche, llamado país mapuche o Wallmapu en lengua autóctona.

Por un lado tenemos la visión tradicional, representada por Sergio Villalobos. Villalobos sostiene que no existe conflicto alguno, puesto que el mapuche se ha fundido con la nación chilena, está completamente integrado a ella. Es la tesis de la asimiliación. Por lo tanto, el conflicto es artificial; sin embargo, de haber algún conflicto, este se soluciona integrando al mapuche al progreso. Este sector cree que el principal problema del mapuche no es su identidad, sino su pobreza.

Otras visiones, como las de José Bengoa y el propio Estado chileno, afirman que en efecto hubo un deliberado abuso y atropello contra la comunidad mapuche. Por lo tanto, el Estado debe esmerarse en recomponer relaciones, entregando a los mapuche descendientes ciertas concesiones como becas o reposición controlada de tierras. Evitando por sobre todas las cosas desmembrar el Estado nación chileno. Esta es la tesis paternalista. El Estado reconoce una deuda histórica que intenta enmendar.

Sin embargo ambas lecturas tienen serios defectos, al menos así lo acusa la historiografía que los propios mapuche han dado al fenómeno, Pablo Mariman, el mas reconocido de ellos. Sus principales puntos son los siguientes:

a) En realidad no es el Estado chileno, con su paternalismo, el que decide qué relación tener con los mapuche. Lo correcto seria que fueran los mapuche quienes decidieran qué relación tener con el Estado chileno.

b) Tampoco es correcto entenderse con los mapuche como si ellos fueran un Estado unitario y representativo. El Wallmapu no posee ese estándar organizativo. El mapuche está esencialmente compuesto por clanes autónomos. Por lo tanto, el Estado debe entenderse con las comunidades de forma diferenciada. Craso error del gobierno entonces distinguir entre mapuche “violentistas y pacifistas”, eso es no reconocer parte de la identidad misma del mapuche.

c) El tercer error es de carácter ideológico. El Estado chileno se ha definido como unitario y centralizado. El problema es que, en teoría, la nación chilena resulta tan legítima como la nación mapuche. Si ambas descansan en la idea de la autodeterminación de los pueblos (la de un grupo de élite, dicho sea de paso), no hay ninguna razón para que un país como Chile, no respete la autodeterminación del país mapuche y, en consecuencia, se defina multinacional (como lo han hecho Bolivia o Ecuador). Esto no significaría una pérdida para el país, al contrario, es una ganancia.

Todos los países inventan la falacia de la nación, esta falacia solo se sostiene cuando no hay consciencia de otra nación al interior, los ejemplos de la ex Yugoslavia y el otrora imperio Austro-Húngaro son pruebas de aquello.

En síntesis, mientras no exista respuesta frente a los puntos tratados, lejos estaremos de una solución. No importa cuanta sangre siga derramándose.

* Profesor de Historia y Geografía. Maipucino.