Si uno hubiese visto la Batalla de Maipú desde un cerrito, dijo el profesor de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano Hugo Contreras, hubiese mirado dos ejércitos “complejos en su conformación social, incluso racial, aunque comandados por oficiales criollos o de origen europeo o limeño”.
De un lado, el ejército real, conformado por tropas españolas; tropa limeña; “el Batallón Arequipa, que tenía además conformación de tropa de color, de esclavos, más o menos trescientos esclavos; chilotes y milicias de Concepción, por lo tanto sujeto criollo o mestizo”.
Del otro, los ejércitos de los Andes y de Chile. “Y este también es un ejército complejo, en el sentido de que hay rioplatenses; hay dos batallones que son completamente de esclavos, el Nº 7 y el Nº 8; hay criollos de Chile, y está el Batallón de Infantes de la Patria”.
El profesor Contreras es especialista en el Batallón de Infantes de la Patria, “que era un batallón de mulatos, de mulatos y negros, o de afrodescendientes, pero que no son esclavos, que son libres. Y es gente fundamentalmente de Chile, de Santiago, salvo una compañía reclutada en Quillota”.
La mayor parte de cuya oficialidad estaba compuesta por artesanos, “entendidos como los sujetos que trabajan con las manos: albañiles, sastres”, mientras que la tropa estaba compuesta por peones urbanos y del campo.
En principio, era un batallón de milicias, es decir una fuerza no profesional. Más tarde se convirtió en profesional, “y va a combatir en Maipú con un pie completo, es decir con seiscientos hombres. Va a tener de hecho una actuación destacada en Maipú. Aunque poco tiempo después, yo diría medio año después, se va a desarmar, y la verdad es que ahí un poco le perdemos la huella”.
En esta época (siglos XVIII y principios del XIX), para los mulatos lo militar era una cuestión importantísima, porque daba prestigio. “A todos estos mulatos libres, sobre todo los que son artesanos, que tienen casa, que tienen familia, les interesa integrarse a este mundo militar de la milicia, porque suman este prestigio, y quieren presentarse como sujetos de bien, como sujetos responsables”.
El 5 de abril de 1818, el Batallón de Infantes de la Patria formó en la misma línea que los batallones Nº 7 y Nº 8 de los Andes.
Estos estaban conformados por esclavos, “fundamentalmente esclavos rescatados por el gobierno rioplatense: bonaerenses, cordobeses, cuyanos (es decir de San Luis, de San Juan, de Mendoza)”, aunque también de Chile.
“Mediante el rescate, el gobierno les compraba los esclavos a los particulares, y esos esclavos eran reclutados para estos batallones o regimientos, con la promesa de que luego de cinco años en el servicio, y si no tienen problemas con la legalidad o la justicia militar, serían declarados libres”.
“Ahí hay un mito —apuntó el profesor Contreras—, de que son todos poco menos que inmigrantes africanos recién llegados que no saben castellano. Y hay algunos de esos, pero hay otros que pertenecen a familias esclavas” de la actual Argentina, que llevaban largos años allí.
En esa época, Buenos Aires tenía una población altísima de africanos y afrodescendientes. “Es el puerto al que llegan los negros, esclavos, desde el África”.
“La verdad es que tanto en Chile como en el Río de la Plata y en Lima no solamente las élites tienen esclavos, sino también cualquier sujeto que pueda comprárselos”. “En Santiago yo tengo casos de mulatos —pertenecientes a la milicia, por ejemplo— que tienen esclavos”.
Exdirector del Diario La Batalla de Maipú.
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