A fines del siglo XIX los hermanos Lumière al inventar el cinematógrafo, concibieron uno los medios de expresión más populares de la humanidad, el cine. Desde entonces tanto en versión muda, sonora y colora, el cine ha cautivado a grandes y chicos en todo el mundo.
La experiencia del cine ha significado no solo el triunfo de la revolución industrial en el arte universal, sino que se ha incrustado en el inconsciente colectivo de la población. En nuestros días, prácticamente no existe persona que no relacione un film con alguna etapa de su vida. Las películas, además de entretenernos, son capaces de emocionarnos, impactarnos y abrir nuestros horizontes mentales.
Sin embargo, el cine podría verse amenazado por su propia tecnología. Debemos cuidar la experiencia cinematográfica del peligro de auto fagocitarse. La amenaza consiste en confundir la forma con el fondo. Sin duda es jubiloso que la población siga considerando el ritual del cine como un panorama, pero cabe mencionar algunas precauciones.
Hace poco tiempo los chilenos podemos disfrutar del cine en 4 G. Un cine hiper realista, capaz de hacernos sentir las circunstancias de la película. Los asientos se comienzan a mover, el espectador puede sentir olores, sonidos e incluso irritar el sentido del tacto desde su butaca. Todo fantástico, por cierto, un adelanto que podría marcar un antes y un después para la industria cinematográfica.
Sin embargo, no olvidemos la esencia del arte, esta es, sensibilizar al espectador a través de un medio de expresión. Más allá del soporte tecnológico mediante, el valor del cine consiste en la espesura de su trama. Es en el contenido del relato donde los cinéfilos encuentran lo que buscan. Por cierto, queda a criterio de cada cual encontrar sus puntos de sensibilidad. Los avances técnicos son bienvenidos, siempre y cuando estén el servicio de la obra, jamás yuxtaponiéndose a ella.
En pocas palabras, una película sonora no es necesariamente mejor que una muda porque tenga sonido (por ejemplo, Tiempos Modernos de Chaplin sigue siendo insuperable); así como una película en 4 G tampoco es mejor que el cine tradicional. La forma, es decir, el soporte tecnológico nunca debe ser más importante que el fondo, es decir, la trama o contenido de la obra. Siempre y cuando queramos seguir considerando al cine un arte. No puede ser lo mismo que ir a Fantasilandia.
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