Educar no es solo traspasar conocimientos… eso lo puede hacer cualquier computadora. Educar es aplicar con otro ser humano el amor filial en acción.
Dice un dicho folklórico popular: “MAS SABE EL DIABLO POR VIEJO QUE POR DIABLO”.
Esta frase, de alguna forma representa una moraleja, que en educación, considero es muy indicada.
Educar, como lo define el padre Alberto Hurtado, es “Establecer puentes entre el mundo terrenal y el mundo espiritual”, por donde transiten las mentes de los jóvenes en busca de los conocimientos y la sabiduría, y los educadores serán los guías para ese tránsito, para ir permitiendo potencializar y desarrollar las capacidades de los educandos.
Sin lugar a dudas, en el proceso educativo, para obtener logros reales y efectivos, es altamente importante la relación profesor-alumno. Este eje central de todo el proceso no puede romperse ni desconectarse, debe ser en constante crecimiento por el logro del objetivo educacional.
La experiencia, enseña, que en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, base estructural del proceso educativo, debemos siempre aplicar algo que es muy humano y favorecedor, debemos aplicar criterio, siempre criterio, porque estamos formando personas, seres humanos. Por consiguiente, debemos entender que cada ser humano es un mundo distinto, que ve la realidad de acuerdo a su previo conocimiento adquirido, en combinación con su propia química cerebral.
Los que llevamos años en la formación de adolescentes, sabemos muy bien que ellos son fundamentalmente afectivos, necesitan sentirse queridos y apreciados, sentirse integrados, están siempre sujetos a cambios. Desde los endógenos, cuya génesis radica en el aspecto hormonal y visceral, hasta los exógenos, que guardan relación con las situaciones afectivas y de interrelación con el medio. Además de lo que denomino reacción “ENDOEXÓGENA”, que es, a mi considerar una combinación de ambas anteriores y que es mucho más común y manifiesta en la adolescencia, que en cualquier otra etapa del ser humano.
Los jóvenes requieren constantemente estar reafirmando su posición tanto frente a sí mismo, como frente al medio en que interactúan, tanto con sus pares o con sus mayores.
La experiencia me enseñó que en el trabajo con jóvenes es importante demostrar que ellos nos importan, que los escuchamos, que atendemos sus planteamientos. Esto es vital para el establecimiento de los pilares en que se sostendrá nuestra relación profesor-alumno.
Es altamente importante el estudio sistemático de los procesos, métodos, metodologías, estrategias, didácticas, como también de los postulados de los clásicos de educación, tales como Piaget, Vigotsky, Ausubel, y muchos más. Pero es fundamental el analizar estas bases teóricas, a la luz de nuestra propia experiencia y conocimiento del factor y elemento humano con el cual estamos trabajando.
En educación nunca estará todo dicho, nunca, porque las variables son casi infinitas, cada persona es un mundo, nosotros mismos al enseñar aprendemos, al enseñar descubrimos, al enseñar nos potenciamos; nunca una clase es igual a otra, nunca un alumno es igual a otro, nunca un grupo humano es igual a otro. La gracia está en saber cómo manejarse en estas variables, en saber enfrentar las diversas personalidades individuales y las diversas idiosincrasias de los diversos grupos humanos.
El filosofo griego Heráclito De Efeso (535-484 A.C.) dice a la humanidad: “JAMÁS UN HOMBRE SE BAÑA DOS VECES EN UN MISMO RÍO”. Lógico, el río nunca es el mismo, sus aguas no son las mismas… y el ser humano tampoco es el mismo, ocurrió una serie de cambios de todo tipo, desde los moleculares hasta los biológicos; su perfil bioquímico cambia constantemente… Esto es muy propio para entender el trabajo práctico en el aula y en talleres de diversos tipos, nunca los alumnos son exactamente iguales. Influyen en ellos factores externos y externos, siempre.
Es importante que siempre consideremos nuestra experiencia, buen juicio, criterio, conocimiento de las personas con quienes estamos en el proceso conjunto del aprendizaje, porque es un proceso continuo y conjunto. Ellos aprenden de nosotros, nosotros aprendemos de ellos y ambos intercambiamos experiencia; es una vorágine de constantes reforzamientos e intercambios.
Otra labor ligada a este proceso es la evaluación, que ligada y que delicada; porque evaluar no es medir, evaluar es determinar en que medida lo que estamos enseñando está siendo asimilado e internalizado por nuestros alumnos.
La evaluación la entiendo como un proceso, dentro de otro proceso, destinada a favorecer el objetivo educativo. Jamás, pero jamás, se puede convertir en el látigo del aprendizaje, muy por el contrario. Debe ser el elemento facilitador y debe ser siempre justa, muy justa… Un alumno que sabe que fue evaluado correctamente, entiende que si reprobó, es porque aún no ha obtenido los logros para un nivel mayor, y lo motiva al esfuerzo…
Esto si el educador se lo plantea correctamente. Un alumno que se siente evaluado injustamente jamás acepta eso; y tiene razón. Pienso que no existe en este proceso interpersonal algo más indebido que evaluar injusta o incorrectamente.
Educar es elevar al ser humano, educar es formar principios, formar personas con iniciativas. Educar es proyectar una imagen patrón a copiar por afecto. Pienso que educar es una tarea que requiere una gran dosis de amor por la humanidad. Educar no es solo traspasar conocimientos… eso lo puede hacer cualquier computadora. Educar es aplicar con otro ser humano el amor filial en acción.
Muchas Gracias.
* Profesor de Mecánica Automotriz en Enseñanza Media Técnico-Industrial. Vive en Ciudad Satélite.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de cada autor/a y no representan necesariamente la línea editorial de laBatalla.
Profesor de Mecánica Automotriz en Enseñanza Media Técnico-Profesional. Vive en Ciudad Satélite, comuna de Maipú.
Raul Fuenzalida Varas dice
Cuando educamos, estamos en un proceso de máxima importancia, que requiere vocación y gran sentido del sacrificio.
La evaluación es parte activa de este proceso. Evaluar no es solo colocar notas, evaluar es ver la realidad de un educando para determinar las correcciones y cuestionar las metodologías educativas.
Jamas la evaluación debe ser el látigo del proceso de aprendizaje , ni menos ser el yugo de la disciplina.
Evaluar debe ser un proceso en conjunto maestro y discípulos , para hacerlo lo mas justo y mas cercano a la realidad.
Oscar dice
Que grato resulta leer cosas así, mas cuando se la da el valor a la experiencia para la enseñanza.