Por Alvaro Méndez.
Fotografías de Shaony Valenri.
[fusion_text]Organizado por la red de medios Life After Death y por la productora Pakidermus, se dieron cita en esta instancia diversos exponentes de la cultura independiente nacional, desde sellos discográficos hasta tiendas de ropa y stands de comida, tatuadores, bandas y representantes del mundo del skate.
Con la finalidad de apoyar a los actores independientes y under de la cultura nacional -para que entre ellos comiencen a tejerse redes y lazos, a ser gestada una escena sólida y cohesionada- se desarrolló este primer encuentro, con una convocatoria que sus organizadores definen como más que satisfactoria y promisoria. En palabras de Matías Uribarri, parte del equipo organizador: “Al idear el evento comenzamos proyectando 12 distros en una casa okupa, pero la convocatoria fue mucho mayor y desde ese momento ya las expectativas fueron superadas; Debimos pensar en un lugar como el Centro Cultural Franklin que posee además del salón interior, un patio que es aún más amplio, hoy ambos espacios ya están llenos, sin duda superamos nuestro propósito en cuanto asistencia, esto nos motiva a seguir”.
Mientras no muy lejos se desarrollaba la quinta edición del festival Lollapalooza (hoy por hoy casi el ícono de cómo lo alternativo se torna Mainstream y masivo) resulta necesario el surgimiento de escenarios que rescaten la idea opuesta, es decir hacer accesible la música y cultura y ofrecerla desde sus propios generadores, no desde una industria inmensa y devoradora. “Es un compromiso con el independiente más que con el consagrado, que se ve retribuido en la recepción de las personas. Esto no es para ganar dinero, es para apoyar a las bandas, artistas y a quienes necesitan espacio y tienen algo que decir”, señala Felipe, también parte del staff organizador.
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La Batalla, de Maipú hacia el Mundo.
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