Texto y fotos por Sergio Benvenutto.
¿Se sienten parte del movimiento estudiantil desatado en 2006 (con la “Revolución pingüina”)?
Ignacio Jara: “De hecho, va más allá. El primer liceo en movilizarse —mi ex liceo, Arturo Alessandri Palma—, lo hizo en 1985, en plena dictadura”.
Luis Gutiérrez: “Mi consigna viene desde hace treinta y cinco años, desde que la dictadura empezó a matar a nuestros dirigentes, desde que la dictadura comenzó a destruir las bases. En ese tiempo, si las bases decían lucha, los voceros iban al tiro a la lucha [golpea la mesa]. Y se demostró, porque murieron. Los compañeros Vergara Toledo se sacrificaron por la educacion que estaba siendo destruida por Pinocho, o por el poder fáctico capitalista”.
Gutiérrez y Jara son parte activa de la toma del Liceo Maipú, que el estudiantado votó tras amplias instancias de reflexión.
No hay un petitorio interno, porque a estas alturas descreen tanto de la dirección como de la CODEDUC en tanto interlocutores. Aseguran no ser considerados. Que sus reclamos (por ejemplo, por el asqueroso olor que embarga a la parte suroriental del establecimiento, proveniente quizás de las industrias que lo cercan) son infructuosos.
Cosa que asumen más bien como inevitable, como el destino de la educación pública, corolario de un sistema entregado mayoritariamente al mercado, que segrega mediante subvenciones, pruebas estandarizadas y rankings, reproduciendo los privilegios de toda índole.
“Esta educación se nos impuso —puntualiza Luis Gutiérrez—. Nadie aquí quiso esta educación, nadie la eligió, no se trabajó con ningún estudiante, para ver cómo querían la educación, simplemente se firmó, se puso en la Constitución, y se siguió”.
“Los que no estaban de acuerdo, fueron asesinados”, complementa Ignacio Jara.
“La educación parte desde que uno nace, y se adhiere a un derecho humano del que no se puede hacer un mercado”, apunta en cambio el presidente del centro de alumnos, Juan Muñoz.
Para él, la educación debe ser concebida como un derecho social, con el Estado como garante.
Abierta a una función distinta de la mera reproducción de los privilegios. En palabras de Ignacio Jara:
“La educación debe entregar a los alumnos herramientas para ser personas íntegras, para ser personas con pensamiento crítico. Porque yo me encuentro con alumnos que van a salir de cuarto medio y no son personas que hayan desarrollado pensamiento crítico. Son personas individualistas, personas que fueron educadas para ser parte de un sistema, fueron educadas para rendir una prueba estandarizada que va a definir su futuro, fueron educadas para mañana ser trabajadores y ser esclavos de este sistema. Y no cuestionarse nada. Jamás se van a cuestionar nada, porque no se les enseñó a cuestionarse lo que está establecido”.
La Batalla, de Maipú hacia el Mundo.
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